Fiebre cerebral (2022), de Mert Baykal

Un futuro no tan lejano. El mundo está aquejado de una pandemia, no mortífera como la del Covid-19, pero sí terrible, pues provoca desvaríos en quien pilla el nuevo virus, de modo que sólo es capaz de decir parrafadas incoherentes. Además es muy contagioso, por lo que los enfermos deben ser confinados, y para evitar la propagación, las personas sanas no deben llevar sí mascarillas, pero si nos auriculares que les impiden escuchar los desvaríos que te hacen enloquecer. En esta tesitura Murat, que vive con su madre y formó parte de un experimento, parece ser la única persona inmune a la enfermedad. Pero los grandes capitostes del Instituto AntiEpidemia no parecen muy interesantes en dar con Murat, creen que lo de su inmunidad es un bulo, pero opina de modo distinto un oficial de policía, que trata de darle caza. Murat, que hasta el momento se movía con desesperanza por el suicidio de su esposa, ve cómo asoma el optimismo cuando se topa con una misteriosa y risueña joven sentada a la parada de un autobús, aunque por ahí no pasa ninguna ruta.

Una agradable sorpresa. Se trata de una interesante miniserie turca distópica creada, escrita y dirigida por Mert Baykal, que adapta una novela de Afsin Kum. Una vez más Turquía demuestra la pujanza de su industria audiovisual, que lanza a buen ritmo todo tipo de películas y series, muchas veces dramas amorosos, aunque otras veces sorprenden con historias carcelarias o esta cercana a a ciencia ficción.

La trama gira alrededor de Murat, un personaje lacónico, como los de tantas otras historias distópicas, puede venir a la cabeza el Winston de la emblemática novela de George Orwell “1984”. Por aquí también el eterno femenino pone su nota de esperanza, con la atractiva y enigmática joven asociada a una parada de autobús y a una campanilla que florece en medio del asfalto, y que podría hacernos pensar en una suerte de hada en la que conviene creer, como en la historia infantil de “Peter Pan”. Tiene fuerza además el tozudo policía, que tiene sus razones para perseguir a Murat, puede moverle el bien de la humanidad, pero también intereses más particulares.