¿Quiere aplicar la Academia el suicidio asistido a sus premios más populares? A cada año que pasa, los Oscar se adentran más en su camino hacia la irrelevancia. Ahora al menos dos de los cuatro estándares de inclusión y representación aprobados recientemente, serán de obligado cumplimiento en la edición 96 de 2024, si se quiere optar al premio a la mejor película. (Foto: AMPAS)
Cuando supe de los 4 estándares de inclusión y representación, aprobados por la Academia, me propuse hacer un resumen a los internautas de los mismos, pero tan titánica se me antojó la tarea, y sobre todo hacerla fácilmente comprensible, que lo confieso, tuve un momento de debilidad y tiré la toalla, aunque aquí dejo un link a quien quiere estudiarlas con detalle. Básicamente se pide que, en representación en pantalla –temas y personajes–, en equipos artístico y técnico, en becas y oportunidades de aprendizaje, y en búsqueda del público, se incluyan a descendientes de caribeños, negros, y africanos, o latina/e/o/x, que haya representación de mujeres, del grupo LGBTQ+, de discapacitados o con capacidades especiales, los grupos étnicos minoritarios. “Al menos uno”, “al menos dos”, en fin hace falta estudiar un máster o ser experto en resolver sudokus para estar a bien con la normativa de la Academia, que pedirá el cumplimiento de 2 de los 4 estándares.
Me imagino una conversación de este tipo entre guionistas y productores:
PRODUCTOR 1: Nos falta un personaje secundario LGBTQ+ para cumplir con los requerimientos A2 del estándar A.
PRODUCTOR 2: ¡No pasa nada! ¿Qué tal si hacemos que el camarero John sea gay? Creo que sale en bastantes escenas.
GUIONISTA 1: Bueno quizá no cuadra mucho con el hecho de que trate de ligarse a la mujer de Trump en la escena con que empieza la pelicula.
PRODUCTOR 1: ¿Y si lo hacemos bisexual?
PRODUCTOR 2: ¿Y si en vez de la mujer de Trump ponemos al amante secreto de Trump?
Como puede verse, sería una conversación bastante creativa, de ésas que hacen grande al cine.
Los Oscar nacieron como una celebración de Hollywood y su industria, que premiaba las mejores películas del año hechas por los grandes estudios. La cosa creció y se admitieron películas de todo el mundo, pero en general se trataba al menos de títulos populares, y en los que Hollywood intervenía de algún modo. En los últimos años se han premiado cintas coreanas absolutamente ajenas a la meca del cine, o de tramas algo frikis como la multivérsica de Todo a la vez en todas partes. Pueden ser valiosas, pero no son películas que interesen al gran público.
Ahora, en la medida en que sólo se quieren admitir películas aleccionadoras sobre temas de minorías o grupos a proteger, éstas corren el riesgo de quedar reducidas a sermones sobre los malos tratos a los negros, la violencia policial, la transfobia... Que quizá tranquilizarán a las conciencias bien pensantes de los muy progresistas y políticamente correctos académicos pero que espantarán a la mayoría de los espectadores.
¿Son buenas la mayoría de las películas premiadas en las 95 ediciones de los Oscar celebradas hasta la fecha? Sí. ¿Cumplían las reglas de inclusión que ahora la Academia quiere imponer de modo obligatorio, si se quiere tener opción a ser reconocido un título como mejor película? Si la respuesta es no, quizá la Academia piensa que eran malas películas, y se equivocó antaño, y que habría que retirarles los premios, o al menos decir algo. Si la respuesta es sí, quizá hay que concluir que las normas son innecesarias.
De todos modos, lo más alarmante de las nuevas normas woke es el modo en que limitan la libertad de los creadores, en los temas o a la hora de conformar el equipo que hará posible la película con personas de confianza o donde lo más importante es su cualificación profesional. Un artista no concibe sus obras comprobando si se cumple o no una norma, sino afectado por una experiencia personal, o como respuesta a algo que le ha tocado profundamente. Aunque quien sí cumpliría seguramente las reglas de la Academia sería una Inteligencia Artificial, o por mejor decir, una Estupidez Artificial.