Es curioso. En tiempos de secuelas y remakes -el 15% de los estrenos de 2011, decine21.com dixit-, en que las películas integradas en franquicias son las que más público atraen, veo con pena que Jane Eyre, la versión de Cary Fukunaga del clásico de Charlotte Brontë, no ha tenido en taquilla unos resultados como para tirar cohetes. En España se estrenó el pasado fin de semana, y recaudó sólo 215.000 euros en 116 salas, pese al aplauso unánime de la crítica. Ojalá me equivoque, pero con dificultad llegará al millón de euros.
¿Por qué pasa esto? En parte creo que ha habido un error de programación. Se trata de un título destinado al amante del cine, adulto, con cierto gusto. Y la película se ha estrenado el mismo fin de semana que La conspiración, y coincidiendo con los buenos resultados de Un dios salvaje y Un método peligroso. Con una diferencia sustancial. Que mientras los títulos de Robert Redford, Roman Polanski y David Cronenberg invitan a ver una historia que el espectador no conoce, mucha gente tiene la percepción de que, en el fondo, ya ha visto Jane Eyre. Si le preguntas al supuesto conocedor de qué va, no sabrá decir, a lo sumo dirá que es algo de una huérfana, que hay otras versiones de cine y tele que le parece que ya ha visionado... Pero algo le frena para ir a verla. Incluso el título alimente la ceremonia de la confusión, pues invita a la asociación de ideas con Jane Austen, de cuyas novelas ha habido películas y series en los últimos años hasta en la sopa.
Este problema, a otro nivel, puede tenerlo también Arthur Christmas: Operación regalo. Me di cuenta cuando un buen amigo escribía hace unos días en su twitter con un poquito de agresividad: “#CosasQueEliminarDeLaNavidad: Papá Noel y derivados; películas papanoelistas que apestan, y los PP.NN. colgados en terrazas”. Aunque Papá Noel sea una imagen recurrente en Navidad, que debería despertar simpatía y buenos sentimientos, lo cierto es que llega a producir hastío y hasta rechazo el señor gordo de las barbas con su uniforme rojo. De modo que una excelente película de animación puede verse lastrada por esa sensación de “déjà vu”, “bastante tengo que aguantar a Santa cada día en escaparates y centros comerciales, jojojó, para encima ir a verlo al cine con los churumbules”, pueden pensar más de un papá y de una mamá en los próximos días; y de momento. El Gato con Botas tuvo más espectadores que Arthur Christmas ayer viernes, día en que se estrenaba este último film, lo que puede ser sintomático.