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Entrevistas

El cineasta estrena un documental sobre la represión del castrismo al escritor Heberto Padilla

Pavel Giroud, director de "El caso Padilla": "Los cubanos estamos hartos de que nuestras víctimas no puntúen lo mismo"

Pavel Giroud acaba de ganar el Premio Platino al mejor documental gracias a “El caso Padilla”, que aborda con rigor el caso de represión del escritor Heberto Padilla en Cuba, que fue obligado a hacer una “autocrítica” pública como desagravio a sus “pecados contrarrevolucionarios”. Tengo ocasión de hablar con él largo y tendido sobre la película.

Pavel Giroud, director de "El caso Padilla": "Los cubanos estamos hartos de que nuestras víctimas no puntúen lo mismo"

Al comienzo de El caso Padilla se señala que las imágenes de la comparecencia pública en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba que lo vertebran habían permanecido inéditas hasta la fecha. ¿Cómo accede Pavel Giroud a ellas?

El material original estaba en la sección de archivos restringidos del ICAIC, el Instituto de Cine Cubano, al que puedes acceder si tienes permiso de las altas esferas del país. Yo sabía que estaba ahí. Pero a finales de los años 80, cuando cae la URSS y RDA, Cuba inicia un proceso que se llamó de rectificación. Y el entonces ideólogo del partido comunista, Carlos Aldana, mandó hacer unas copias del material del caso Padilla para desmitificarlo, hacer un debate. Pero cuando lo vieron, se dieron cuenta de que no había debate posible, que ahí se veía lo que se veía, y mandaron guardarlas. Pero esas copias fueron pasando de mano en mano. Y llegó hasta mí una cinta, que yo creí que era la única, aunque luego supe que otras personas la tenían también.

Un crítico comentó que había visto una copia en Cuba, antes de marchar a México. Un canal de televisión en Miami aseguró que hace unos años habían tratado de venderle esa cinta. Y un escritor cubano afincado en Barcelona, Jorge Ferrer, publicó parte de este metraje una vez que yo ya había presentado mi película, porque había gente que me cuestionaba, que sostenía que yo debía haber publicado el material íntegro en vez de hacer mi película. Me acusaron de oportunismo y él decidió hacer público lo que tenía, que era la confesión de Padilla repartida en cuatro cintas de vídeo. Este material comenzaron a verlo 40.000 personas, pero sólo llegaron hasta el final 4.000.

Y esa era mi tesis cuando llegó el material a mis manos: ¿lo hago público o hago una película? Y pensé que si lo hacía público sin más, sólo se iba a acercar la gente que siempre estuvo interesada en el caso Padilla y que lo conocía. En cambio si hacía una película, abriría la caja de Pandora, como así ha sido.

También en los primeros compases hay un audio de Fidel Castro sobre la cultura y los creadores, en que viene a decir que está bien facilitar que desarrollen su creatividad artística, pero que el problema está en los contenidos de sus obras. ¡Resulta muy paradójica tal afirmación! Habla de respetar al creador, sin dejarle vía libre para tratar lo que quiera.

Es la reunión de los intelectuales que marca las reglas del juego de la creación en la revolución. En cuanto a forma dice que no hay ningún conflicto. El problema es el contenido. Años antes, el arte abstracto tuvo un gran enemigo en el Partido Socialista Popular, que eran los comunistas de la época. Eran enemigos acérrimos. Pero ahora decía que le daba igual hacer las cosas así o asá, el problema era de qué ibas a hablar. Lanza una frase que yo no uso en la película, porque está muy manida, y que se parece mucho a otra de Mussolini que dice: “Dentro de la revolución todo, contra la revolución, nada.”

¿Qué pasa? Que esos creadores entendieron que dentro de ese “dentro” cabía también la crítica, el cuestionamiento e incluso la burla y la ironía. Y cuando te enfrentas a alguien como Fidel Castro, eso no cabe. Estos procesos están liderados por personas que no permiten ningún cuestionamiento: ni Fidel ni Hitler ni Franco ni Pinochet... Bueno, Pinochet no hizo una revolución, pero dio un golpe de estado y tuvo y un poder absoluto. Más allá de la ideologías, a estas personas les unen unos rasgos, el uso del poder a su conveniencia.

castro

En la película la única comparación que se hace con otro régimen en su censura a los intelectuales es a la Unión Soviética, mencionando por ejemplo a Aleksandr Solzhenitsyn, quizá por compartir las ideas comunistas...

Sí, pero también porque de los otros dictadores ya se ha hablado mucho. Cuando se habla de Cuba, se suele hablar desde la orilla contraria. Es como un combate ideológico en que el otro es el demonio. Yo no quería hacer eso, sino mostrar un hecho objetivo, dejando por un momento la cuestión ideológica, de algún modo lo abordé como si fuera el caso Galileo Galilei. La revolución sería la inquisición, y Padilla el que diría que la Tierra se mueve.

El gran problema de Padilla es que trabajó en la Unión Soviética como corresponsal. Vio el comunismo soviético. Y se da cuenta que el comunismo cubano se dirige hacia allí. En los años 70 Cuba se hace cada vez más dependiente de la URSS, porque venía del fracaso de la llamada zafra de los diez millones y otros muchos, en la agricultura, en la ganadería... Fidel se creía que podía explicar cómo los ganaderos podían hacer un cruce de razas.

Ante las críticas internas, necesitaba un conejillo de indias. Los intelectuales cubanos tenían mucha relación con los intelectuales extranjeros. Y lo que decían empezaba a contradecirse con lo que habían venido sosteniendo en Europa, engrandeciendo la revolución como espectáculo y como producto. Era un problema, porque estaban exportando la crítica de la revolución, y no su adoración. Así que Fidel decide cortar por lo sano. Diez años después de dictar las reglas del juego, decide poner un límite, tomar a un conejillo de indias que sirva de ejemplo a los demás de lo que puede ocurrirles si siguen haciendo lo mismo. Y le salió rentable. Porque a partir de ese momento la intelectualidad cubana se volvió mansa.

Fidel entendió que valía la pena sacrificar a ciertos peones, algunos aliados de prestigio en el exterior, para tener el control absoluto. Se volvió una práctica habitual. Por ejemplo en los años 90 era habitual que se robaran embarcaciones para tratar de alcanzar la costa de Estados Unidos. Aquello era habitual, hasta que un día Fidel agarró a tres chicos de esos que robaron una lancha, y los puso ante el pelotón de fusilamiento, y a partir de ese momento nadie robó una lancha. Durante 3 ó 4 meses le dieron palos en la prensa internacional, pero paulatinamente se apagó el fuego. Él entendió que siempre tendría que fieles que le apoyarían. Y así estamos, hasta el día de hoy.

Con el visionado de la filmación del caso Padilla, ¿descubriste algo que no fuera conocido? A mí me ha sorprendido la inesperada reacción de crítica de Reynaldo Arenas, uno de los momentos más impactantes. ¿Esto era sabido?

No, no, no. Hasta los años 90 todo el caso Padilla era bastante desconocido, y yo empiezo a enterarme de lo que ocurrió gracias al libro “La mala memoria”, que tenía mi tío en su casa. De Padilla no se hablaba, era como una leyenda de la que la oficialidad sostenía que había sido un error puntual de la revolución, ya solucionado. Mientras que los contrarios a esta versión, señalaban ese momento como el del final de las reglas del juego establecidas por Castro.

Para mí fue muy revelador ver a escritores que ya eran oficialistas y mimados por el régimen, observarles en la filmación en el otro bando. Eran de los malditos. Todos los que se autoinculpan como Padilla fueron a parar a sótanos, empiezan a trabajar como correctores o bibliotecarios. El castigo fue severo. Y terminado el castigo, acabaron ganando premios nacionales de literatura. Verlos ahí jóvenes en el otro lado, me causó un gran impacto.

Es tremendo saber que Heberto Padilla es retenido por la Seguridad del Estado, y verle luego haciendo ese ejercicio de autocrítica...

Con ironía.

¿Tú lo ves con ironía?

Sí, con miedo, intentando salvar su pellejo, pero queriendo mandar un mensaje sarcástico. Hay quien no lo interpreta así, pero yo lo veo de esta manera. Cuando un hombre como él habla de “estos hombres tan inteligentes, que me sacaron a tomar el sol...”

Suena a recochineo...

Sí, además él lo dijo después, aunque la gente no le creía. Me lo han confirmado después. Fidel Castro le ordena hacer esa comparecencia, para distribuir esa filmación alrededor del mundo en todas las embajadas y la gente viera que Padilla estaba arrepentido lo que había hecho, y que la revolución era maravillosa, que quien estaba equivocado era él. Pero claro, cuando Fidel ve las imágenes, dijo “no, no, no, esto lo guardo yo, y lo que va a circular es la versión transcrita.” Con la conveniente edición.

Padilla abrumado

Más que por esa posible ironía, a mí me parece que la filmación no se podía usar porque ves a un hombre sudando, que claramente no habla con libertad...

Sí, claro. Era un hombre bajo presión. No cambia al final la esencia del asunto, sobre adónde eres capaz de llegar para mantener el poder, hasta someter a un hombre.

Has tomado una decisión audaz usando material de archivo sin apostrofar o añadir comentarios tuyos que den tu versión, más allá de lo que dices con el montaje de lo que muestras.

Desde el principio lo pensé así, creo que el material habla por sí mismo. Siempre uno está de un bando o de otro, pero a veces los creadores nos ponemos en una posición en plan Dios, de juzgar y dar nuestro punto de vista. No quise hacer lo así. Mientras menos me hiciera yo presente, mejor funcionaría, mi papel era más de editor que de creador.

No busqué entonces declaraciones de personas en la actualidad por varias razones. Vivimos en un momento transmediático perfecto. El que viene a ver esta película es porque tiene motivación. Estoy seguro de que después de ver la película va a navegar con Google para complementar el relato. La visión de todo aquel a quien pudiera entrevistar está online, llevan 50 años escribiendo sobre el asunto, algo que complementaría muy bien la película.

Y luego, ocurre algo he vivido antes en otros documentales que he hecho. Que la memoria es muy selectiva, y a veces involuntariamente. Yo prefería testimonios cercanos a la época, en vez de entrevistar ahora. Como creador además pensaba que me iba a aburrir. Porque ya los he leído a todos y conozco su versión. Algunos me lo han cuestionado, pero yo me impuse este modo de hacer desde el principio.

A los artistas les afectan sus experiencias a la hora de crear. A Padilla le reprocharon desde el castrismo una escritura oscura. ¿Crees que la represión, la comparecencia y el exilio le hicieron mejor o peor? ¿Le ayudó o le perjudicó esta vivencia?

Padilla se suicidó intelectualmente. Claro, estaba tratando de salvar su vida, de lograr su libertad. Pero eso le pasó cuenta. Su prestigio, injustamente a mi parecer, se vio afectado. Cuando Vargas Llosa le vio años después en Princeton, estaba marginado por los profesores latinoamericanos, también porque la mayoría en Estados Unidos son de izquierdas. Le veían como un apestado. Mientras que los de derechas consideraban que no era lo suficientemente radical.

Padilla escribió un poema que creo que está en “Fuera del juego”, “Hombre al margen”, que lo define muy bien. Y yo uso otro poema al final de la película, que habla un poco de esto, de que las iglesias de la izquierda y la derecha lo condenaron perpetuamente. Y, según me han contado, él era un hombre que tuvo problemas con el alcohol, con la depresión... Era bastante inestable anímicamente, aunque me dicen que era un hombre con sentido del humor, muy “jodedor” como decimos los cubanos... Eso le afectó y le marcó de por vida. Para mí, él, esa noche, se suicidó.

Las imágenes seleccionadas de la televisión francesa muestran justo a alguien que parece no saber cómo explicarse, que se queda en silencio...

Sí, está ese momento y otro que tuve que dejar fuera, en que el periodista le pregunta por qué se fue a Estados Unidos y él le dice “No, yo quería irme a España, mi familia viene de España, son canarios, todo estaba lista para irme a España, pero Fidel no quiso, quería que me fuera a Estados Unidos. Porque era una forma de decirme que era un enemigo real de la revolución.” Era una forma de implicarle, y sólo irse 9 ó 10 años después. Es Edward Kennedy el que intercede y luego Ronald Reagan el que lo recibe, como un símbolo de la represión.

Das a entender que cada cual arrima el ascua a su sardina... Y es incomprendido, cuando viaja a Estocolmo y se reúne con escritores oficialistas, y en Miami...

En Miami algunos se ofendieron.Y él trata de no juntarse con los exiliados, que no tiene nada que ver con ellos... Pero en cualquier caso, lo que hay no es mi opinión, yo simplemente lo entrecomillo. Él se sentía muy “fuera del juego” allí. Ese nivel de radicalidad existe en Miami, sí. Pero no puedes poner al mismo nivel lo que le ocurrió en Cuba que lo que le ocurrió allí. Yo no digo para nada que en Miami le metieron preso y lo torturaron. Lo que digo es que se tuvo que ir de ahí. En muchos casos son opiniones de unos y otros, pero el caso es que no le querrían en los “colleges” de ahí.

Gabo Plinio

El documental está salpicado con algunas declaraciones de escritores, alguno exiliado como Cabrera Infante, pero otros muy significados en la izquierda como García Márquez, y mencionas la famosa carta abierta en “Le Monde”. ¿Estuvieron estos intelectuales de izquierdas a la altura de las circunstancias a la hora de denunciar los excesos del castrismo? ¿O temieron criticar a esa utopía fallida?

Hay un sentido de frustración en muchos de ellos. Se puede decir que todos los firmantes eran de izquierdas, o la mayoría. Separados del estalinismo. Carlos Puente lo deja claro. Y Cuba era vista como la esperanza. En aquel momento García Márquez no era una persona bien vista en Cuba. Fue el fundador de la agencia Prensa Latina y se tuvo que ir a Canadá porque hizo algo que molestó a Fidel. El que estaba más apegado a la revolución en aquel momento era Mario Vargas Llosa, hay que ver cómo cambian las cosas. Él me contó su desilusión ya con lo de las UMAP [Unidades Militares de Ayuda a la Producción], granjas donde encerraban a trabajar a religiosos, homosexuales, delincuentes, todos los parias. Y luego vino el caso Padilla, que provoca esa carta. Santamaría, de la Casa de las Américas, hace otra carta de respuesta, expulsándole del comité, y allí ya Vargas Llosa rompe definitivamente.

Luego hubo algunos firmantes que recularon como Cortázar. A él le gustaba más Cuba que la revolución, como le ocurre a mucha gente. Tengo amigos de izquierda, que lo que les gusta es ir allí a bailar, a follar y a pasárselo bien. Así cualquiera. Cortázar tenía su amante en Cuba, viajaba ahí y le tiraban una alfombra. Y claro, al recular, le mimaron bastante. Porque era una voz importante que se había reconciliado con la revolución. Y con él Benedetti, Galeano... Y luego hubo gente que nunca firmó la carta, aquí en España, Alberti. Fueron fieles a la revolución. Pero fue importante porque muchos entendieron entonces qué era la revolución cubana y cuál era la deriva que iba a tener. Fue un cubo de agua fría.

Después de eso callaron y miraron para otro lado. Que es lo que ocurre hoy. La izquierda está convencida de que apostó a caballo perdedor en lo relativo a Cuba. Pero en vez de condenarlo, hacen silencio. Que se jodan. A mí me indigna. Por eso cuando me dieron el Premio Platino al mejor documental, dije unas palabras que sensibilizaron a muchos de los que estaban entre el público, porque muchos cubanos estamos hartos. Esta no es una película histórica, sino que es una película sobre la actualidad de mi país. Lo que se cuenta sigue ocurriendo. Yo di las gracias a los que votaron mi documental en nombre de los cubanos, porque estamos hartos de que nuestro país sea un parque temático, una utopía, y de que el dolor nuestro no puntúe igual que las víctimas de Franco, Videla, Pinochet... ¿Por qué las nuestras valen menos? Y ahí veía a la Villacís [Begoña] y a la otra [Isabel Díaz Ayuso] así [hace el gesto de aplaudir], eufóricas. Luego al final se acercaron amigos míos, muy de izquierdas, y me decían, sí, si es que tienes razón en lo que estás diciendo, nos hemos olvidado de ustedes.

¿Podrías volver ahora a Cuba? [Pavel vive actualmente en España]

No, yo no me atrevo a volver. Una película como esta está tipificada en el código penal como un atentado. Podría recibir 20 años de cárcel por esta película, si quisieran. Desde que hubo protestas en Cuba el 11 de julio de 2021, en que la gente se echó a la calle, la represión ha crecido mucho. Hay más de mil prisioneros políticos en Cuba por el mismo pecado que Padilla. Por ser pagado por la CIA para protestar, por sacar un cartel, por poner un post en Facebook, hay gente presa por eso. Yo no me atrevo a ir.

En Cuba ha habido una orden de silencio absoluto sobre la película, esperar a que ese fuego se apague, y que todo vuelva a ser como antes. Aunque sé que la han visto, se filtró de pendrive en pendrive de la Casa de las Américas, que es donde está el ideólogo cultural Abel Prieto, que fue ministro y ahora el presidente. No me han atacado en ningún medio oficial. Aunque tienen cibersoldados, ciberclaria los llaman en Cuba en alusión a un pescado chino que se propagó en Cuba, que se ocupan de replicar a lo que molesta, ni siquiera esos me han atacado. En cambio me atacan nuevos exiliados, gente joven, que considera sospechoso que yo tuviera ese material, lo ven como algo que está planeado desde Cuba...

Finalmente, ¿echas de menos la ficción? ¿Te sientes cómodo en el documental y vas a seguir aquí?

Me siento cómodo, incluso como espectador cada vez veo más documental que ficción. Pero sigo escribiendo ficción. La escritura es un proceso creativo al que no puedo renunciar. Escribir documental es un proceso mucho más complicado, porque lo escribes en la mesa de montaje. Por eso yo edito mis documentales y no edito mi ficción. Porque editar un documental es como escribir un guión.

Nunca voy a dejar la ficción, pero ese proceso de escritura ahora lo veo ligado al documental, siempre en la ficción hay algo histórico que me motiva. Y no sólo sobre Cuba, también estoy escribiendo cosas sobre la historia de España, de Colombia. Me apasiona la investigación. Si no hubiera sido cineasta, habría sido periodista.

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