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"Basilio Martín Patino", de Javier Tolentino

Basilio Martín Patino (Javier Tolentino, Ediciones Cátedra, colección Signo e Imagen / Cineastas, 262 págs)

"Basilio Martín Patino", de Javier Tolentino

Personal mirada al cine de Basilio Martín Patino (1930-2017), escrito en clave de “razon poética”, al decir del autor, que cita una expresión de María Zambrano. Javier Tolentino, bien conocido por los cinéfilos por su programa radiofónico “El Séptimo Vicio” de Radio 3, y salmantino como Martín Patino, mantuvo con él una estrecha relación de amistad y admiración, que le llevó no sólo a apreciar sus películas, sino también a compartir su luz existencialista para comprender el mundo, y más concretamente aún, España, la España que siguió a la guerra civil, y la que vino después. Es una obra en que Tolentino puede permitirse citar frases de su amigo que él le escuchó directamente, tras tantas horas juntos, como la de “sin la utopía no hay transformación, no hay creación”, que habla de su idealismo, de su confianza en la capacidad de las películas y obras audiovisuales de llegar al público de una forma poderosa e inefable.

Ya en la introducción Tolentino se hace una serie de preguntas que proceden y son honradas, acerca de si las películas de Martín Patino son necesarias, si hay que verlas sí o sí, si pasarán a la historia del cine. Porque sabe que se va a topar con mucho lector escéptico, que apenas se habrá asomado a un cine que puede antojarse distante para las nuevas generaciones, con frecuencias ignorantes del contexto histórico más reciente, o abocadas a la cultura de lo inmediato, lo que ayer estaba de moda, hoy ni siquiera es historia digna de ser recordada.

Pero sí, “¡recordad a Patino!”, parece gritarnos el autor, que en su modestia dice en cierto momento que “no sé si este acercamiento a la obra de Basilio Martín Patino es muy completo o no”, cuando desde aquí puedo dar fe de que sí. Se nota que Tolentino conoce a fondo la obra y el pensamiento del cineasta, con sus influencias unamunianas y su amor a las ciudades de Salamanca y Madrid, y que ha tenido acceso no sólo a su obra, sino a su archivo personal, depositado en Filmoteca Española y otros lugares. Y tras ofrecer unos breves apuntes biográficos, de su origen, su familia, su formación filosófica en la Universidad de Salamanca, y también fílmica en la Escuela Oficial de Cinematografía, ofrece un buen repaso de su trayectoria, desde el Cine Club Universitario que da a conocer en la España franquista un cine que no circula por los circuitos oficiales de neorrealismo y nouvelle vague, a las célebres Conversaciones de Salamanca de 1955 sobre el cine español, y a sus primeros cortos y mediometrajes, hasta llegar a esa película tan novedosa formalmente que es Nueve cartas a Berta (1965).

Da cuenta Tolentino de las dificultades con el régimen de la adaptación para televisión española de Rinconete y Cortadillo en 1967, con unas imágenes extraviadas para siempre. Y hay una mirada libre –no se entiende la obra de Martín Patino sin aludir a la libertad– en ese ramillete espléndido de películas que debemos adscribir al género documental, aunque no existan cajones de sastre adecuados para contenerlas, que son Canciones para después de una guerra (1971), Queridísimos verdugos (1973) y Caudillo (1974). Hay desde luego una mirada crítica al franquismo, pero quizá la gran virtud del cineasta es no caer en la explicitud obvia, sino que invita a la reflexión; en cambio al autor, en su análisis, se ve impelido a insistir en las dificultades con la censura y el rechazo que produce en el tardofranquismo, y sobre todo son muchas las veces en que menciona el disgusto que habría ocasionado al presidente del gobierno Carrero Blanco, y él mismo expresa con contundencia su rechazo personal a lo que ve como los grises y opresivos años de Franco.

Aunque Martín Patino no deja de realizar obras en democracia, quizá lo que viene después, a excepción de Los paraísos perdidos (1985) –que enlaza con Nueve cartas a Berta–, y tal vez Madrid (1987), no alcanza tanta repercusión. Sigue siendo un artista ilusionado, pero al que deja tocado la fría acogida de Octavia (2002), aunque prueba sus deseos de utopía social en su último film Libre te quiero (2012), en que el movimiento del 15M parecía expresión de algo grande, un clamor por el cambio ante la decadencia de la sociedad y los políticos, y cuya triste involución ya no tuvo ocasión de ver.

De todos, gran mérito de Tolentino es poner en valor toda la obra de Martín Patino en este período, incluso dando a conocer trabajos poco difundidos realizados en vídeo o formato digital, como el conjunto para Canal Sur Andalucía: Un siglo de fascinación (1994-1996), más instalaciones como la de Espejos en la niebla (2008). Y sin cargar el libro excesivamente con las palabras del cineasta, nos entrega perlas como la de que “desde que existe el cine, en cada película construimos una ventana desde la que inventarnos el sentido de la historia y su poética. Quizás para superar el desconcierto en que nos sitúa el transcurso implacable de los tiempos”. Amén.

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