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Centenario Walt Disney

Al día siguiente de su muerte aparecía el ratón Mickey llorando en la portada de París Match. Había desaparecido quien fue capaz de crear el género cinematográfico de la animación, de levantar un universo de fantasía sobre películas inolvidables, de identificar su propio nombre como sinónimo de entretenimiento familiar. Méritos incontestables que hicieron de Walt Disney una de las figuras más relevantes del siglo XX, una leyenda permanentemente viva a través de su magnífico legado.

Centenario Walt Disney

La imagen de Walt Disney es la de un hombre hecho a sí mismo, la consagración del sueño americano. Nacido en el seno de una familia humilde un 5 de diciembre de 1901 en Chicago (Estados Unidos), se esforzaba de niño en ayudar a sus padres en las labores de una pequeña granja, cuyos animales le inspirarían el zoo más colorista e imaginativo de la gran pantalla. A los siete años ya mostraba interés por el dibujo y una clara faceta de negociante, al vender entre familiares sus primeros bocetos. En su adolescencia tuvo numerosos trabajos, incluso fue conductor de ambulancias durante la I Guerra Mundial, para lo cual tuvo que falsificar su partida de nacimiento. Ya entonces demostraba su característica audacia.

Luego se gana la vida en Kansas City, realizando diseño comercial y conoce a quien sería su más estrecho colaborador en el futuro, Ub Iwerks. Con éste espléndido dibujante, fundaría la Laugh-O-Grahams de la que saldría su primera serie de dibujos animados, pero el proyecto cae en la bancarrota. Todo lo contrario de lo que sucede al año siguiente, en 1923, cuando, junto con su hermano Roy, crea la Walt Disney Productions en Hollywood, después del encargo de una tal miss Winkler para realizar seis historietas sobre el personaje de Alicia. De ahí para adelante la suerte cambia. El universo Disney empieza a emerger, se contratan a los primeros dibujantes y aparecen personajes como el conejo Oswald y el ratón Mortimer, embrión de lo que más tarde sería Mickey Mouse. Entre tanto, en 1925 se casa con una de sus empleadas, Liliam Bounds, con quien tendría dos hijas.

La aparición del cine sonoro supuso todo un hallazgo para Walt Disney, una piedra de toque fundamental para la realización de sus sueños. Con la serie Silly Symphonies, cortas historias animadas al servicio de la música, empieza a saborear el éxito de público. En una de ellas , introduce el color, Árboles y flores, y con Los tres cerditos es aclamado por la crítica. La canción “¿Quién teme al lobo feroz?” fue todo un hito y un bálsamo durante la Depresión. Pero Disney aún preparaba proyectos más ambiciosos con fórmulas narrativas y empleo de nuevas técnicas de animación absolutamente revolucionarias para su época. Ese gran salto fue Blancanieves y los siete enanitos (1937), el primer largometraje animado de la historia del cine. La producción costó 1.750.000 dólares, 750 técnicos participaron en su elaboración y se hicieron más de 100.000 dibujos. Toda una proeza que marcaría definitivamente la mágica trayectoria de la Compañía: Pinocho, Bambi, La Dama y el vagabundo, La bella durmiente y un largo etcétera de películas animadas se sucederían durante tres décadas más. Pareciera entonces que todo lo que tocara la varita de Walt Disney se convirtiera en éxito seguro y de ahí se exploraran otros campos como la mezcla de la animación con personajes reales (Mary Poppins), filmes exclusivamente con actores (20.000 leguas de viajes submarino) y documentales sobre la vida salvaje de los animales. Y en 1955 la fantasía se trasladó de la pantalla a un gran parque de atracciones: Disneylandia, un anhelo largamente perseguido por Walt Disney. El pequeño esudio que empezó en un garaje se había convertido en uno de los más poderosos de la industria cinematográfica con una diversificación en áreas de negocio amplísimas, tal que hoy sólo los ingresos por películas supone un 18% del total.

El libro de la selva fue la última película de Walt Disney, aunque nunca la pudo ver terminada al fallecer un 15 de diciembre de 1966. Sus películas, sus maravillosos personajes dibujados han quedado en la memoria común, pero curiosamente su mayor artífice nunca dibujó un fotograma, ni inventó una frase. Se comparaba a una abeja que recogía la miel de todos sus colaboradores para elegir luego los elementos más convenientes para las historias. Su intuición para dar con el gusto del espectador, su sensibilidad y fantasía creativa sin duda triunfaron.

Fórmula Disney

La buena elección de una serie de elementos llevaron a las películas de Walt Disney Disney hacia el éxito. Fue el primero en hacer que los personajes actuaran de verdad en vez de tan sólo moverse con gracia, imitando de forma realista los movimientos de las personas. Además los personajes contaban con personalidad diferente y perfectamente distinguible entre ellos. También Disney tuvo la habilidad para elegir historias intemporales, muy conocidas por el público y que permitieran ser siempre disfrutadas por generaciones de espectadores. La narrativa es sencilla, sin abordar nunca excesivos diálogos (Bambi no tiene más de 1000 palabras) y siempre permanente el buen humor, sin olvidar buenas dosis de emoción. Otro hallazgo fue humanizar los animales de sus cintas, dándoles diálogos y gran presencia en la historia, si no el protagonismo absoluto. La música y su sincronización con la historia jugó también un papel fundamental en el éxito de los films Disney. Todas las películas se recuerdan con una dulce melodía.

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