En mis tiempos de estudiante, intentaba ver todas las películas, de cualquier género, país, duración, año, etc., para ensachar mis conocimientos cinematográficos. Sobre todo trataba de conseguir las indispensables, y las de los directores más prestigiosos.
Un día, mi padre entró en el salón y me pilló de lleno contemplando El año pasado en Marienbad, de Alain Resnais. A mi peculiar progenitor sólo le han gustado en su vida tres películas, que son las siguientes:
3. El bueno, el feo y el malo.
El resto le aburren en el minuto 2, cuando comprueba que no se parecen mucho a las legendarias cintas protagonizadas por Clint Eastwood.
Sin embargo, para mi sorpresa, anonadado ante la bizarra ficción de Resnais, se quedó a mi lado.
Al principio sólo salen imágenes de la mansión donde transcurre la película mientras una voz en off dice frases incomprensibles. "Para siempre un pasado de mármol como este jardín tallado en la piedra, esta mansión, sus habitaciones ahora desiertas, esta inmóvil y silenciosa gente, muerta quizás desde hace tiempo". ¡Menudo 'monologuito' de al menos cinco minutos! Y encima repite frases enteras.
Tras un montón de secuencias crípticas, arranca la trama principal, que consiste en que un personaje que se llama X (¿qué pasa que si le ponemos nombre la película sería demasiado comercial?) persigue todo el rato a una bella mujer que se llama A, utilizando aquella táctica tan manida de "¿tú y yo no nos conocemos?". En concreto, X alega que se vieron 'el año pasado', pero no en Marienbad, como promete el título del film, sino en Frederiksbad, que debe ser otra ciudad checa. ¡Eso sí que es un título pensado a mala leche para desconcertar al espectador!
Los diálogos eran "un poco" pretenciosos:
–¿Cómo te llamas?
–Sabes que no importa.
–No, no importa.
–Eres como una sombra esperando para acercarse.
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A veces se repetían algunas frases, pero pronunciadas en otros lugares. Y acaba bruscamente, por lo que te deja exactamente igual de confuso que cuando empezó.
Tras los títulos de crédito mi padre me miró perplejo. Se rascó la cabeza con el dedo índice y me dijo unas palabras que nunca olvidaré:
-Hijo, preferiría haberte pillado viendo una película pornográfica. Me hubiera preocupado menos.
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