Turbo Kid (2015), de François Simard

La acción transcurre en un 1997 alternativo, donde la Tierra ha sido devastada, y escasea el agua. Un chico obsesionado con los comics y otros objetos antiguos difíciles de obtener se enfrenta a los sicarios de Zeus, un cacique que impone su ley.

El mismo año en el que Mad Max: Furia en la carretera ha recuperado la saga iniciada en 1979, los canadienses François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell le rinden tributo en Turbo Kid, su ópera prima, rodada con un presupuesto tan escaso como aquel de que dispuso George Miller en su momento. Los realizadores alargan la trama de su corto T is for Turbo, que formaba parte de la antología The ABCs of Death.

Su estética retro y su evocación nostálgica del cine de los 70 y 80 tienen cierto encanto, y aunque el guión viene a ser un pastiche de elementos ya conocidos del cine de ciencia ficción y aventuras, resulta lo suficientemente imaginativa como para mantener el interés hasta el final. Cumplen los jóvenes Munro Chambers, como protagonista, y Laurence Leboeuf, como su amigo Apple, mientras que el veterano Michael Ironside aprovecha sus reducidas apariciones para componer un villano de altura. Por desgracia, Turbo Kid acaba siendo en exceso ligera, carece de originalidad, resulta innecesariamente violenta y le faltan secuencias brillantes. Podría haber dado más de sí.