El último tren a Auschwitz

El holocausto judío de la Segunda Guerra Mundial ha sido tratado en el cine desde variadísimas perspectivas. El veterano director alemán Joseph Vilsmaier, célebre por haber realizado en 1993 la dura y antibélica Stalingrado, que cosechó elogiosas críticas, regresa a los años del nazismo para hablar del sufrimiento del pueblo judío. En este caso, centra la historia en el último tren que salió desde Berlín con destino a Auschwitz, en abril de 1943, con 688 personas apiñadas como animales en sus infectos vagones.

El guión presenta a unos pocos personajes que coinciden en uno de los vagones, principalmente un matrimonio con dos hijos pequeños, una pareja de novios y un matrimonio de ancianos artistas. Durante los seis horrorosos días que dura el trayecto tendrán que soportar indecibles sufrimientos: el calor, el hambre, la sed, la desesperación, el pánico, etc. Ante lo dramático de la situación unos cuantos permanecen impotentes frente a lo que el futuro les depara, mientras que otros intentan la fuga día y noche, serrando barrotes o intentando abrir un agujero en el suelo del vagón. Mientras tanto, los pasajeros van cayendo en la locura o mueren de inanición, de ataques al corazón o incluso asesinados por el sanguinario oficial que comanda el convoy.

Joseph Vilsmaier y su mujer Dana Vávrová ofrecen un film triste y agobiante, cuyo escenario es casi únicamente el interior del vagón de mercancías. Aunque la inserción de algunos recuerdos felices de los personajes da por momentos un breve respiro, el conjunto es demasiado monótono, lineal, pues ciertamente pocas cosas novedosas pueden suceder a los desdichados pasajeros. De todas maneras el film ofrece momentos de esperanza y de consuelo en la trascendencia, e incluso dibuja algún retrato más humano de ciertas facciones del ejército alemán.