Tenía buena pinta (2021), de Kimmy Gatewood

Si el título de la película fuera otro, no me habría importado encabezar esta crítica con la frase “Tenía buena pinta”. Porque a priori la trama apunta a una disparatada comedia de enredo. En efecto, seguimos a Andrea, monologuista cómica profesional, que aspira a convertirse en actriz, pero que de momento ha de conformarse con sus actuaciones en garitos nocturnos. En un viaje en avión conoce a Dennis, un financiero que estudió en Yale, simpático y atento, aunque no es un Adonis, piensa la otra. De modo que de entrada surge la amistad, y paulatinamente la cosa apunta a enamoramiento. Pero hay algo raro en Dennis, o eso piensa Margot, la amiga lesbiana de Andrea. ¿Oculta algo este Dennis, que no figura entre los antiguos alumnos de Yale, y que se muestra esquivo a la hora de presentar a su familia a Andrea?

Kimmy Gatewood, directora antes de cortos y episodios de series televisivas, entrega su primer largometraje, escrito y protagonizado por Iliza Shlesinger, quien ha ideado una trama inspirada por su propia trayectoria profesional cómica. No en balde, la película se inicia con ironía con la frase “basado en una historia casi real”.

La narración está estructurada como la ilustración de algunas situaciones apuntadas por la protagonista Andrea en un monólogo, y juega con el ideal de encontrar la pareja perfecta, y los frecuentes chascos que se producen cuando alguno de los implicados no es completamente sincero en la relación. Aunque irregular, con las típicas bromas de dobles sentidos sexuales y cierto cinismo de fondo, contiene momentos divertidos, y el reparto, de rostros no hiperconocidos – además de Shlesinger, Ryan Hansen, Margaret Cho, Rebecca Rittenhouse...–, está bien escogido y despierta simpatías.