Boksoon debe morir (2023), de Byun Sung-hyun

Gil Boksoon es una asesina profesional, vinculada a la MK, que como otras organizaciones han decidido seguir un código por el que un asesino no puede matar a un menor, debe ejecutar los “shows” “legítimos” que le encargan, y debe ser eliminado en caso de incumplir un “contrato”. Su hija adolescente Jae-young, ignora la profesión de mamá, aunque esta tampoco sabe que la jovencita es lesbiana, o sea, cada una tiene sus propios secretos. Cuando a Gil le encargan asesinar al hijo de un político japonés, y se entera de que es un encargo del propio padre, que ve al joven como un estorbo a su carrera, su instinto maternal le impide ejecutarlo, lo que sería un incumplimiento de las reglas imperdonable.

Larguísima película del coreano Byun Sung-hyun, que se ajusta a las pautas que siguen filmes del mismo corte como la saga John Wick, en que se combina la idea de que los asesinos pueden tener su cierta ética y corazoncito con el estilismo de una filmación elegantemente violenta, aunque al final todo es una excusa para largas y vistosas peleas estudiadamente coreografiadas, con pasajes sangrientos y al ralentí, que, eso sí, tienen muchos aficionados.

Aquí la novedad reside en jugar con la idea de los secretos de madre e hija, en que se vendría a decir que lo de ser lesbiana no es para tanto, al menos si se compara con la sanguinaria ocupación de mamá. Ironía fina, vaya.