Jeanne Dielman, 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles (1975), de Chantal Akerman

La anodina vida de Jeanne Dielman, una mujer viuda con un hijo, ama de casa con una rutina diaria que se repite cada jornada, y de la que somos testigos durante más de tres horas de metraje, hasta que algo viene a marcar, o no, la diferencia. Vemos a Jeanne, levantarse, bañarse, cocinar, tomarse un café en una cafetería, hacer la compra... La contemplamos recibiendo hombres en su casa, practicando una prostitución doméstica, hay que ganarse la vida. Y también interactuando con su hijo, lo que nos permite obtener alguna información mínima acerca de la protagonista, y escuchar la lectura de pasajes escabrosos de algún libro que lee el vástago.

Cinta feminista reivindicativa de mediados de los setenta, escrita y dirigida por una mujer, la belga Chantal Akerman, con personaje casi único interpretado por Delphine Seyrig, logra su objetivo de crear una atmósfera tediosa, y sorprender mínimamente al final. Pero se trata de un ejercicio de estilo experimental que ha envejecido mal, y cuyo visionado exige una paciencia infinita.

Suena a disparate y ha dejado pasmada a la comunidad cinéfila internacional que la revista Sight & Sound, en su tradicional encuesta que celebra cada diez años, haya anunciado en 2023 que se trata de la mejor película de la historia, lo que suscita dudas acerca del rigor con que ha sido realizada. Y es que el film era desconocida incluso por expertos de larga tradición.