Soltero hasta Navidad

El soltero Peter reside en Los Ángeles en una casa llena de plantas junto a Nick, su mejor amigo. Sus padres hace tiempo que aceptaron su homosexualidad, pero sin embargo les preocupa que sus conquistas le duren muy poco, y que no haya encontrado el amor de su vida. Así que cuando tiene que regresar a su casa en un pueblecito de New Hampshire por Navidad, convence a Nick de que le acompañe, fingiendo ser su pareja. Peter ignora que su madre ha quedado deslumbrada por su guapo entrenador, James, así que ha organizado una cita a ciegas con su retoño.

Han pasado tres décadas desde El banquete de boda, de Ang Lee, de premisa parecida, pero en la que el protagonista pide a una chica que finja ser su novia, para evitar que sus progenitores se enteren de que es gay. Esta comedia de Netflix ya presupone que la salida del armario no supone ningún problema, al menos en muchos ambientes. Pero por lo demás, repite el mismo esquema, y explota los equívocos, aunque por desgracia el realizador Michael Mayer carece del talento para la comedia del taiwanés.

El guión se limita a remodelar escenas ya vistas en otros productos con protagonistas heteros. No ayudan los poco inspirados protagonistas, Michael Urie y Philemon Chambers, pues no consiguen que sus personajes pasen de replicar una mera recopilación de clichés. Se salva la especialista en el género Jennifer Coolidge (que triunfó como la frívola madre de Stifler, en American Pie), que logra hacer reír como Sandy, la tía extravagante y borrachina, que da lugar a los momentos más logrados.