El mejor del mundo (2023), de Roshan Sethi

A sus doce años, Prem Patel despunta en el campo de las matemáticas, para alborozo de Priya, su madre, y sorpresa de los profesores, aunque Jerome le ha dado la espalda, por empollón, para pasar más tiempo con los alumnos populares. Además, el chico está destrozado porque no consigue superar la pérdida de su progenitor, Suresh, rapero que murió de cáncer siete años atrás. Cuando se pone una cadena de oro que perteneció a su progenitor, se le aparece para animarle a que se presente a un concurso musical de la escuela.

Inspirada cinta familiar con personajes bien trazados, que invita a disfrutar del ‘carpe diem’, la filosofía de El club de los poetas muertos, o sea resulta necesario dedicarse a fondo a los estudios, pero al mismo tiempo se debe aprovechar el momento, y disfrutar del arte, y la música. Abundan las secuencias bien resueltas, sobre todo un flashback que muestra cómo la madre del protagonista conoció al progenitor, mientras la primera le comenta al chico la jugada. Están también logradas las coreografías musicales. Juega muy bien a la ambigüedad, sin explicar si las actuaciones de padre e hijo no son en realidad imaginaciones del segundo, para sobrellevar la dura realidad.

Da la talla de sobra el jovencísimo Manny Magnus, que tenía cierta experiencia en títulos como Quiero que vuelvas. Por su parte, el habitual secundario Utkarsh Ambudkar emociona como padre fallecido, así como Punam Patel en el rol de madre viuda. Las canciones recuperan el espíritu de los 90, así que el film acaba resultando divertido para los peques, pero también para sus padres, sobre todo si son nostálgicos.