El que no soy (2022), de Anthony Shim

Después de enviudar, la joven coreana So-young emigra con su hijo Dong-hyun, un niño, a Canadá, donde toca adaptarse a nuevas costumbres y aprender inglés. Ella trabaja en una fábrica, y debe parar las manos a algún compañero, mientras cultiva la amistad de una compatriota; el pequeño sufre burlas por su origen oriental, cuesta que le acepten. De algún modo el desarraigo hace mella. Pasan los años y Dong-hyun ya adolescente sigue algo desubicado, por lo que no acaba de aceptar que Simon, amigo de su madre, vaya formando parte poco a poco de la familia. Una noticia inesperada desencadena una crisis que puede devenir en oportunidad para alcanzar la paz.

Sensible drama sobre la inmigración y las crisis de identidad, escrita, dirigida y producida por Anthony Shim. Muestra con sobrio realismo las dificultades que surgen en un nuevo país, a veces con injusticias notorias, pues el bullying de Dong-hyun provoca un castigo no a sus compañeros, sino a él, por haber reaccionado violentamente para defenderse. Visualmente resulta un acierto la opción estética de utilizar un formato ancho de pantalla para las escenas de Corea, donde madre e hijo se encuentran con sus raíces, y son más ellos mismos, mientras que las de Canadá recurren al formato 4/3 que sugiere un entorno opresivo.

Con ritmo pausado, y buenas interpretaciones, el resultado no es del todo redondo, sobre todo al pintar los excesos adolescentes de Dong-hyun, sus peleas y el consumo de marihuana. Más fuerza tiene todo el dibujo de las relaciones familiares, sobre todo de madre e hijo, pero también de la delicadeza del pretendiente del amor de So-young. Y los pasajes coreanos regalan momentos líricos bastante notables. Hace un buen trabajo Choi Seung-yoon como protagonista, y Ethan Hwang y Dohyun Noel Hwang en las versiones adolescente e infantil del hijo.