Aquí me río yo (2021), de Mario Martone

Película basada en hechos reales, sigue al autor y actor de teatro cómico Eduardo Scarpetta, centrándose en dos aspectos: su singular familia, donde además de su legítima y tres hijos, suma diversas queridas y amantes, con los que ha tenido varios vástagos bastardos, que seguirán sus pasos en teatro y cine; y la acusación de plagio contra él por parte de Gabriele D'Annunzio, por una representación paródica de una de sus obras, “La hija de Iorio”.

El cineasta italiano Mario Martone dirige y coescribe con Ippolita Di Majo un film que se esmera en recrear el mundo del teatro de finales del siglo XIX y comienzos del XX en Nápoles, en una narración punteada por canciones napolitanas populares. Más que un relato lineal y progresivo, en que la trama avance, se nos propone mirar el hogar de Eduardo Scarpetta, donde los hijos se preparan para seguir sus pasos en el escenario, y donde la unión con el progenitor de cada uno abarca un rango amplio, el posible amor queda enterrado por el ego del patriarca, y surgen resentimientos cuando no se conceden las deseadas alas para poder volar, o cuando en algún caso no pueden llamarle “padre” sino “tío”. Es un curioso ambiente promiscuo, algo que se subraya en la escena en que el hijo mayor, Vincenzo, observa con Eduardo De Filippo, uno de los tres hijos tenidos con Luisa De Filippo, que detenta el nombre del progenitor, una típica y voluptuosa velada familiar.

Mientras, el asunto del plago casi se convierte en una suerte de “mcguffin” para poder conducir la narración a su final, donde la escena del juicio en que interviene Scarpetta deviene en formidable clímax, una suerte de representación teatral bufa en que Toni Servillo da muestras de su sobrado talento. Antes ha habido tiempo también para ofrecer un cuadro del mundo escénico, donde los actores de Scarpetta también conforman otra “familia”, y en que los otros autores teatrales se mueven entre los celos, la hipocresía y el partidismo, toca estar con Scarpetta o con D'Annunzio, aunque como a nadie amarga un dulce, no dudan en acudir a la fiesta en el “palazzo” del primero con ocasión del cumpleaños de una hija, y en que trata de halagar sus egos con iniciativas como la del concurso de poesía.