Rain Dogs (2023), de Richard Laxton

Costello Jones, madre soltera de clase baja, trata de sacar adelante a su joven hija, Iris, con un trabajo precario como bailarina erótica, al tiempo que sueña con convertirse algún día en novelista de moda. Por sus grandes problemas económicos, la desalojan del destartalado piso en Londres en el que vive. No tiene más remedio que pedir ayuda a Florian Selby, un homosexual con el que mantiene una relación de amor-odio, al que Iris casi considera un padre, pero que acaba de salir de prisión por comportamiento violento.

El debutante Cash Carraway está al frente de una interesante mezcla de drama y comedia negra británica. Denuncia las dificultades para sobrevivir de los desfavorecidos en la sociedad británica. Puede echar atrás a parte del público por sus bromas un poco salvajes sobre sexo, acoso machista y alcoholismo, mientras que resulta complejo identificarse con la mayoría de los personajes, excepto con Iris, la hija de la protagonista, curiosamente demasiado normal pese a la gente que le rodea.

Sin embargo, los ocho capítulos se van ganando poco a poco al espectador, por la humanidad con la que trata los problemas de las familias disfuncionales, y porque habla de la necesidad de buscar a personas en las que apoyarse, aunque a veces se pueda dar con tipos que pueden traer problemas innecesarios. Daisy May Cooper brilla como Costello Jones, Jack Farthing se convierte en el rey de la función como el deslenguado Selby, y Fleur Tashjian consigue mucha espontaneidad en la piel de Iris. El título hace referencia a una famosa canción de Tom Waits, sobre personas sin hogar.