Willow (2022), de Stephen Woolfenden

Casi 35 años después de que George Lucas esbozara las líneas maestras de lo que se convertiría en la película de corte fantástico Willow, llega una secuela en forma de serie, que describe acontecimientos ocurridos aproximadamente otros tantos años después, o quizá unos pocos menos. Como los fans recordarán, y una introducción explica, el enano mago Willow Ugfood ponía todo su empeño en salvar a una bebé de alto linaje de las garras de una malvada y poderosa bruja. Ahora la paz es una realidad en el territorio que protege la Barrera de amenazas exteriores, y la reina Sorsha quiere asegurarla concertando el matrimonio de su hija Kit con el príncipe Graydon, de modo que surja una alianza potente entre las dos coronas que un día portarán. Pero Kit querría casarse por amor, y además disfruta más guerreando en intensos entrenamientos con su amiga Jade, a la que acaban de permitir ser una caballero, algo vedado hasta ahora a las chicas. Por otro lado Airk, hermano de Kit y príncipe, tontea con chicas todo el tiempo, su última conquista es la atractiva cocinera Dove, que quiere creer en su amor. Inesperadamente, la víspera del casamiento, Airk es secuestrado tras un ataque de trolls orquestado por la bruja, y se pone en marcha por orden de Sorsha una expedición de rescate, de la que forman parte Kit y Jade, Graydon y el guerrero Ballantine, y el espadachín ladrón y bocazas Boorman. Esperan al atravesar la Barrera dar con Willow, el mago que necesitan para llevar a cabo su expedición con éxito.

Jonathan Kasdan, hijo del mítico guionista Lawrence Kasdan, es el showrunner de una serie que en sus primeros compases hace temer lo peor. Pues ofrece una mirada de la vida palaciega frívola, con insistencia cansina en el empoderamiento femenino al mostrar a Kit y Jade entrenando, un enamoramiento de Graydon que supera las diferencias de clase, el choque generacional, y algún pellizco LGTBI+ que parece ya ingrediente de rigor en las últimas producciones Disney. Además de la primera aparición de la magia, con rayos y truenos y montaje vertiginoso. Pero una vez que la expedición de rescate se pone en camino, la cosa mejora.

Sí, porque nos ponemos en modo épico con elementos muy deudores de El Señor de los Anillos, con una comunidad de personas de diferentes caracteres, paritaria, eso sí, y el destino de un monte oscuro y tenbroso. Y se introducen ingredientes humorísticos con cierta dosificación, que recuerdan en su tono a La princesa prometida; a veces se llega al surrealismo, o casi, atención a las dos leñadoras. Además asoman las dudas en la misión, las lealtades encontradas, la acción del mal que corroe, la ocasión de ejercer acciones heroicas con espíritu de sacrificio. La muerte no es una rareza en esta aventura, y la conciencia de que esto puede ocurrir da más emoción a la narración. Los actores, bastante desconocidos aparte de los recuperados para la ocasión Warwick Davis y Joanne Whalley, son bastante apañados.