Sergio Leone (Noël Simsolo (guión) y Philan (dibujos), Desfiladero Ediciones, 184 páginas)
En 1987, el historiador y escritor de cine francés Noël Simsolo publicó un interesante libro de conversaciones con Sergio Leone. No le bastó esta obra dedicada al director de cine italiano, y más de tres décadas después Simsolo es el responsable del guión y texto de esta novela gráfica biográfica, cuyos dibujos se deben a Philan, quien antes había ilustrado “Tupac”, sobre el grupo terrorista Sendero Luminoso, y “Jeu de dames”, sobre el espionaje en los inicios de la carrera espacial. Las viñetas son en blanco y negro, con una amplia gama de grises en medio, la única nota de color, hasta cierto punto, ocurre en las páginas 84 y 151, cuando asoma un suave marrón beige, en que el alter ego infantil del cineasta le pide “no te olvides de mí, Sergio”, a lo que su versión adulta responde comprometido incluyendo en el cuadro a sus padres, “no, jamás me olvidaré de mi infancia.”
La narración está distribuida a lo largo de una introducción y ocho capítulos, que arrancan con el rodaje en Almería de La muerte tenía un precio, cuando dos periodistas le preguntan a Sergio Leone por la violencia en sus películas, violencia que asoma más cruda en las páginas del periódico para el que trabajan, por los disturbios raciales de la época. Esto sirve para hablar de su alias americanizado y la recuperación del auténtico nombre, y dar pie a un flash-back que permite un relato lineal de la vida del cineasta, quien con sólo 7 títulos como director, ha pasado con motivos sobrados a la historia del Séptimo Arte. Aunque hay espacio para algún momento onírico, esa imagen para su anhelada película de gángsteres de un tipo con los pies en un bloque de cemento arrojado al río, y las mencionadas evocaciones de infancia en que se busca la aprobación paterna a su trabajo.
Prima en un libro de 178 páginas ilustradas el esfuerzo por ofrecer el máximo de información acerca de Leone, aunque procurando no agotar, hay mucho dato escueto y abundante, lo que quizá quita dinamismo, aunque tal vez este efecto colateral sea inevitable. Lo que supone hablar de que fue hijo único y tardío, nacido en 1929, y de que su padre Roberto Roberti también se dedicaba a la dirección de cine, mientras la madre Bice Valerian era actriz, a la que dirigió en La vampira indiana en 1913. Y del contexto italiano del fascismo, que Roberto procuró evitar, lo que no le facilitó el avance en su carrera profesional. Por supuesto, una vez decidido el paso de decicarse al cine, su parentesco le facilitó lograr trabajo como ayudante de dirección, tarea en la que destacaba por su capacidad de mando, lo que le llevó a especializarse en escenas de masas, estuvo en Helena de Troya y Ben-Hur.
El libro muestra el trato de Leone con muchos cineastas, como Federico Fellini, Bernardo Bertolucci y Pier Paolo Pasolini, o con Mario Camerini, su padrino. Y cómo la feliz idea de seguir la estela de los westerns europeos, que arranca en Alemania, le llevará a los suyos, Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio, El bueno, el feo y el malo, y Hasta que llegó su hora, desplazando al peplum que dominaba hasta ese momento en Italia. Llevando al estrellato a actores como Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Gian Maria Volonté. Caben las anécdotas como la recomendación a Sofia Scicolone a que cambie su nombre artístico, lo que hará, triunfante, la conocida como Sophia Loren, que un taxista le confunda por su aspecto orondo con Orson Welles, o la dedicatoria de John Ford a Sergio “Leoni”. Y pintar muchas relaciones artísticas intensas, como la tan fructífera con el compositor Ennio Morricone. O las alegrías de su vida familiar, el matrimonio con Carla, que le da tres hijas.
Los dibujos de Philan son sencillos y estilizados, buscando el parecido físico en los personajes auténticos, pero sin detallismo extremo, al igual que ocurre en los fondos, casas, jardines, árboles, escaleras. Y a veces siguiendo la narrativa fílmica, con planos de situación como el Coliseo para indicarnos que estamos en Roma. Especial encanto tiene el tramo final, el día de su muerte por un infarto con 60 años, en que describe para su nuevo film Los novecientos de Leningrado el que pretende que sea el plano secuencia más espectacular de la historia, antes de disponerse a ver con su esposa Carla la película premonitoriamente titulada Quiero vivir, No voglio morire en la versión italiana. Vale la pena destacar la fantástica portada, esta sí en color, un duelo de spaghetti-western en que Leone blande su cámara dispuesto a rodar-disparar (shoot) a su oponente.