Amor en Rye Lane (2023), de Raine Allen-Miller

En una galería de arte, la joven Yas entra al baño unisex, donde se encuentra a Dom, un tipo que llora desconsoladamente. Cuando trata de consolarle, éste le cuenta que su novia le ha dejado para marcharse con su mejor amigo. Puesto que ella también acaba de pasarlo mal por otro desengaño amoroso, conectarán de inmediato, y se ayudarán a la hora de saldar cuentas con sus antiguas relaciones.    

No resulta fácil crear una aceptable comedia romántica hoy en día, sorteando las imposiciones de la corrección política. A veces parece que cuesta que salga esa película cuyos espectadores se sienten felices tras la proyección. Por eso tiene bastante mérito la realizadora británica Raine Allen-Miller, que brilla con una encantadora ópera prima que se adscribe a este maltratado género. Remite a Antes del amanecer, de Richard Linklater, pues sus protagonistas tienen largas conversaciones, aunque aquí se introduce una curiosa variante. No se sabe muy bien si los protagonistas pasan sólo una noche juntos o varias, pues no se especifica cuanto tiempo transcurre entre las escenas.

Los diálogos no podrían ser mejores, a veces divertidos, y en otras ocasiones con jugosas críticas al daño que pueden hacer las redes sociales, las excentricidades del arte de hoy en día, y otras locuras del mundo moderno. Los desconocidos David Jonsson y Vivian Oparah se lucen en secuencias como la del karaoke o la de la barbacoa. Además, una gran estrella británica que no conviene desvelar apoya el film con un divertido cameo en el restaurante de burritos “Love, Guaactually”.