Baby Assassins (2021), de Yugo Sakamoto

Mahiro y Chisato son dos jovencitas casi adolescentes que comparten piso y tienen un trabajo singular. Ambas son unas letales asesinas profesionales, de modo que reciben de vez en cuando instrucciones de su jefe, mientras procuran encontrar otro trabajo convencional para ocupar su mucho tiempo de ocio.

Absurda tontería procedente de Japón cuyo inesperado éxito en su país ha propiciado incluso una secuela. Desde luego resulta sorprendente que tal fruslería haya llegado tan lejos. El director y guionista Yugo Sakamoto entrega una rareza de esas por las que los orientales resultan tantas veces extraños a occidente, tan disparatado resulta su humor negro. El guión de Baby Assassins es prácticamente inexistente, pues nos dedicamos a ver cómo pierden el tiempo las dos protagonistas, con conversaciones inanes y actitudes aburridas, mientras de vez en cuando hacen un trabajito consistente en cargarse a alguien.

Lo más llamativo de Baby Assassins es el modo de comportarse de estas adolescentes, unas tontitas superficiales que entre risas nihilistas parecen no distinguir en su intelecto entre matar, tomar un helado o jugar a las muñecas. Todo es tremendamente surrealista, tanto los momentos de violencia como el humor que impregna la cinta, incluidas las reuniones que tienen con el intermediario para recibir instrucciones sobre su trabajo. Lo único que se puede destacar entre tanto sinsentido son los dos largos momentos de acción que enmarcan la película al inicio y al final, secuencias brillantemente coreografiadas en que las protagonistas despachan a unos cuantos oponentes.