Días de un extraño verano

Seis semanas de verano son las que el quinceañero Daniel pasará con su madre Sue, un tiempo que el joven esperaba pasar en Florida en casa de su padre, que ahora tiene otra pareja y espera una hija. Pero las cosas se tuercen y ambos, madre e hijo, deberán permanecer en juntos en su casa. Serán días aburridos, en donde ambos tendrán que aguantarse lo mejor que puedan.

Amable comedia independiente británica con la que Simon Bird (Supercutres) debuta en la dirección. El planteamiento inicial resulta atractivo, pero conforme van pasando los minutos la historia escrita por Lisa Owens a partir de la novela gráfica de Joff Winterhart no acaba estimulando como se esperaba. Muestra una vez más los traumas de las familias desestructuradas, niños sin padre a los que le falta el aire y la alegría, mujeres solas que no saben cómo lidiar con el desequilibrio adolescente, falta de armonía en la convivencia...

Sin embargo, en Días de un extraño verano hay poca enjundia. Agota un poco la trama que reitera una y otra vez la incomunicación entre un adolescente displicente y meleducado con su madre, una mujer ñoña e inocente, y sin duda permisiva con su hijo. El jovenzuelo se pasea durante toda la película con cara de asco y aspecto vital amargado y no hace otra cosa que maltratar a su bondadosa madre. Es cierto que se recogen detalles sueltos de distinto cariz, momentos de asueto, de camaradería, y que el relato apunta hacia el optimismo, pero no basta ese leve aliciente para redondear satisfactoriamente un conjunto demasiado monótono. Por lo demás, a interpretación de Monica Dolan es estupenda.