El piloto (2023), de Jean-François Richet

En plena nochevieja le toca volar al piloto de aviones comerciales Brodie Torrance, aunque espera llegar a tiempo de reunirse para festejar con su hijo. El avión lleva pocos pasajeros a bordo, algo propio de ese día, aunque uno de ellos es un preso convicto de asesinato, custodiado por un agente. En pleno vuelo les toca atravesar una aparatosa tormenta, que les obliga a un aterrizaje de emergencia en una isla perdida de Filipinas, con dos graves inconvenientes: se han quedado sin comunicación, y por los alrededores pululan peligrosos guerrilleros.

Entretenida cinta de acción dirigida por el especialista francés Jean-François Richet, que combina títulos en su idioma natal como las dos entregas de Mesrine y El emperador de París, y en inglés, Asalto al distrito 13 y Blood Father. Aquí combina bien toda la tensión del accidente aéreo con que arranca la historia, con la clásica misión de rescate aderezada con elementos inesperados, porque no sólo es cuestión de que les encuentren los servicios de emergencia, sino de que no los encuentren los tipos armados hasta los dientes que ven ahí una oportunidad de tomar a los viajeros como rehenes para exigir un pago millonario. El ritmo es agilísimo, y aunque no se inventa la pólvora en la narración, hay espacio para alguna sorpresilla en el clímax, y una pelea cuerpo a cuerpo del protagonista y productor Gerard Butler con un guerrillero que está muy bien rodada, además de que todo lo que implica al avión se sirve con efectos visuales bien manejados.

Es cierto que algunos personajes quedan desdibujados. Se perfila bien al heroico piloto, que vela por el pasaje y se guía por ese principio de que "el capitán es el último en abandonar el barco", y se dan algunas pistas sobre su copiloto, hongkonés con familia, y del preso que les echará un cable, y que sirvió en la Legión Francesa. No falta el típico pasajero bocazas que se queja de todo, y documenta los hechos en vídeo con su móvil, la decidida azafata Bonnie, o las dos jovencitas con shorts que intentaban hacerse un selfie con el preso sin que se diera cuenta, apenas esbozados, pero es que del resto, aun siendo pocos, sólo podemos decir que sirven de telón de fondo.

De todos modos Richet, con el guión de Charles Cumming y J.P. Davis, maneja bien una trama sin grandes complicaciones, pero donde es clave integrar la parte de los guerrilleros, la del centro de control de la compañía aérea que gestiona la crisis y planea enviar mercenarios que se anticipen a las autoridades locales, y la de la hija angustiada por lo que le ha podido ocurrir a su padre.