Mamá es pura lluvia (2021)

Mientras se da un baño, la pequeña de ocho años Jana escucha a su madre, al otro lado de la puerta, que va a decirle algo. Cansada de sus charlas, sumerge la cabeza en el agua, para no escuchar, y cuando la saca le contesta afirmativamente a la pregunta de si se ha enterado de lo que le ha dicho. Al día siguiente, descubrirá que ésta le había explicado que la enviaría en un autobús rumbo al pueblo de su abuela, donde pasará la Navidad. La pequeña no está a gusto en su nuevo destino, pero empieza a cambiar de opinión cuando hace nuevos amigos, los pequeños Leo y Sonia, y el desaseado gigantón Clocló, al tiempo que descubre la razón del abandono materno.

El encantador mediometraje Mamá es pura lluvia, del francés Hugo de Faucompret, autor de algún corto, se apoya en una animación artesanal, que recuerda a los clásicos de Disney, y al cine de Ghibli, pero con el estilo propio de los libros de ilustración infantil. Llaman la atención los coloridos decorados, llenos de detalles, mientras que los personajes están llenos de personalidad, tanto la cabezota protagonista Jana –cuyo cabello parece tener vida propia pues refleja lo que ella siente en cada momento–, como la bondadosa y enérgica abuela Cebolla, aunque despunta Clocló, por su aspecto grotesco, que pasa de parecer amenazante como si fuera una especie de ogro, a despertar simpatía.

Aborda temas duros, sobre todo el sentimiento de soledad infantil en ausencia de los padres, pues se sugiere que su progenitor se ha desentendido de la protagonista, mientras que la madre sufre una aguda depresión. También la perplejidad que pueden sentir los pequeños cuando no entienden bien lo que está ocurriendo. Pero tiene mérito que Hugo de Faucompret logre hablar de estos asuntos de forma esperanzadora, con escenas alegres, en muchas de las cuáles predomina el humor, con detalles poéticos, toques de realismo mágico (por ejemplo, una manzana que se pela sola) y un tono nostálgico que hará a los espectadores maduros recordar parte de su infancia. Concluye que se puede salir adelante en las peores situaciones. Sus 26 minutos de duración saben a poco.

Se estrena en cines en España en programa doble acertado, pues se complementa con Mi vida en Versalles. A primera vista puede parecer un trabajo muy distinto, por la disparidad estética, pues se compone de dibujos muy sencillos con personajes esbozados con pocos trazos de aire infantil, contrapuestos con fondos mucho más realistas. Sin embargo, comparte el mismo espíritu, pues también tiene una protagonista infantil que afronta la tragedia.