Novembre (2022), de Cédric Jimenez

Minuciosa película francesa que recrea la acción de la policía antiterrorista tras los atentados en París del 13 de noviembre de 2015, en los que murieron 130 personas, además de dejar muchos heridos y familias destrozadas. Ha sido nominada a 7 premios César, los Oscar franceses. Con un encomiable dinamismo, del que su director Cédric Jimenez ya había dado muestras en anteriores trabajos como Conexión Marsella y BAC Nord, o la de corte histórico sobre el magnicidio del nazi Reinhard Heydrich, Reichsprotektor de Bohemia y Moravia, en El hombre del corazón de hierro, presenta con un rigor casi de tipo documental las acciones que llevan a dar con la pista de los terroristas islámicos.

El film sabe mostrar a un país en máxima alerta, con un presidente que espera resultados, y unas fuerzas policiales que deben agarrarse a las pistas más fiables, sabiendo que van a ser miles las llamadas que van a recibir de la colaboración ciudadana, siendo la mayoría de ellas inservibles. Y que en las próximas horas, con los autores de los ataques en tensión máxima, podrían llevar un segundo ataque, para remachar el terror ya causado entre la población.

El guión de Olivier Demangel es sencillo pero claro, a la hora de mostrar cómo trabajan unos y otros, revisando imágenes, identificando sospechosos, y tratando de mantener la cabeza fría, aunque los nervios estén a flor de piel. Jimenez ha contado con un plantel de estupendos actores, están muy bien Jean Dujardin como Fred, uno de los jefes, meticuloso pero capaz de sucumbir a las provocaciones de un detenido; Sandrine Kiberlain una superior a la que no tiemblan las piernas, si le toca reconvenir a Fred; Anaïs Demoustier, que encarna a una agente muy comprometida con su trabajo, lo que puede hacerle saltarse el protocolo establecido, o prometer lo que no puede a una testigo; o la gran sorpresa que supone Lyna Khoudri, que es la testigo que dice tener localizados a los terroristas, y sobre la que surgen dudas sobre si acaso no estará tendiendo una trampa, o al menos jugando al despista. Estos personajes sirven para insuflar algo de calidez a una narración que no deja de tener algo de cerebral o fría, aunque alcanza un clímax, también emocional, bastante logrado.