¡Vaya vacaciones! (2023), de Víctor García León

José y Manuela tienen tres nietos a los que han cuidado desde muy bébés, debido al exigente trabajo de sus padres. Pero aunque empezaron a criarlos con empeño, han pasado los años y se sienten agotados, de modo que ahora planean hacer un viaje de descanso a Finlandia. Porque ahora los chavales son un trasto: la mayor es una adolescente lesbiana que sólo piensa en verse y chatear con la chica que le gusta; el mediano está obsesionado con su aspecto, pues se ha quedado debilucho y desearía que le creciera ya la barba; y la pequeñina es claramente hiperactiva. Pero en esta situación llegarán las vacaciones de verano y, tras algunos tiras y aflojas, los padres lograrán endosarles de nuevo los nietos a los abuelos.

Desigual comedia española de corte familiar dirigida por Víctor García León (Venga Juan) que ofrece un planteamiento no demasiado ocurrente pero que más o menos resulta entretenida gracias a las numerosas situaciones divertidas y los frecuentes gags. La referencia sigue siendo el cine al estilo Padre no hay más que uno, pero en este caso aún queda trecho por recorrer. De todas maneras, se nota que detrás de la historia están los guionistas Manuel Burque y Josep Gatell, un tándem acostumbrado a trabajar en equipo, responsable de comedias de cierto fuste y éxito de público, como Es por tu bien o Tadeo Jones 3. La tabla esmeralda. Se adentran bien en la cuestión del doble salto generacional y el abuso que muchas veces se hace los mayores en la familia, con ese arranque magistral de los créditos.

Para lograr sus fines ¡Vaya vacaciones! lleva los contrastes al extremo, de modo que en medio de la convivencia entre abuelos y nietos, se pinta a unos padres absolutamente caraduras, instalados en la comodidad de “colocar” a sus hijos. Se lleva la palma el patético padre interpretado por Ernesto Sevilla, mentiroso, egoísta y ligerito de cascos. Mientras tanto, en su desesperación, los abuelos se pasarán dos pueblos –el nudismo, las crueles estratagemas– para lograr la queja de los nietos y el regreso de los padres, pero les saldrá, claro, el tiro por la culata. Dentro de lo políticamente correcto en cuestiones de ideología de género y algunas moderneces de mayor o menor gusto (colosal la intervención del otro abuelo interpretado por el “fascista” Ramón Barea), hay que reconocer que la cosa no se desmadra demasiado, se aboga por el genuino amor familiar y por la importancia de los abuelos en la educación de la infancia.

Hay por lo demás un correcto trabajo del reparto y parte del mérito está probablemente en lo perfilado de sus personajes. Destacan por supuesto Tito Valverde y Gracia Olayo, que saben aportar mucha credibilidad en los pasajes más graciosos, mientras que la madre Toni Acosta y la chavalería salen airosos sin grandes alardes.