Vida y muerte en un almacén (2022), de Aysha Rafaele

Megan comienza a trabajar como aprendiz de administración, en una empresa que vende artículos por internet, bajo la tutela del despótico gerente Danny. El equipo de los almacenes que éste dirige está rindiendo menos, en gran medida por culpa de Alys, que tiene un embarazo de riesgo. Megan tratará de ayudarla, relegándola a tareas menos exigentes de las habituales, pero esto no sienta demasiado bien a su superior.

Producción para la pequeña pantalla de la británica BBC, que denuncia las duras condiciones laborales que impone alguna megacorporación a sus empleados de las naves en las que guardan sus mercancías. Aunque no se nombre, se apunta directamente a Amazon, tras la publicación de algunas noticias que señalan a que abusa de sus trabajadores. Se pone en solfa la deshumanización en la que se ha caído en algunos casos en el mundo moderno, donde no se tiene en cuenta a las personas, ni sus circunstancias personales, sino únicamente su rendimiento.

Con una puesta en escena cercana al documental, y sólidos trabajos de los actores, se pinta una realidad demasiado exagerada. Al final deja abierto algún pequeño resquicio para la esperanza, al sugerirse que la acción colectiva puede impedir los desmanes a los que lleva la codicia humana. Pese a que sólo dura 59 minutos, el film resulta un tanto repetitivo.