Abuelo y exconvicto (2023), de Shiri Appleby

Minneapolis, Minnesota. Paige Alexander es terapeuta y madre soltera de un adolescente. Su vida es un tanto caótica, por mucho que quiera transmitir seguridad en sus redes sociales. Mantiene una relación con un hombre casado, que la usa de cuando en cuando. A Paige le cuesta tomar decisiones en su vida, con su casa y con las personas cercanas, a las que tiene olvidadas. Pero su vida va a dar un vuelco cuando su padre sale de la cárcel después de varios años. Debido a sus continuas entradas en prisión, Paige vivió en casas ajenas o con familias de acogida y ahora le cuesta aceptar la promesa de su padre de que, por fin, va a cambiar de vida y que está dispuesto a conseguir que sean una familia unida y feliz.

La guionista Tracy McMillan, responsable de capítulos de series prestigiosas como Life on Mars o Mad Men, da un paso adelante como principal responsable de Abuelo y exconvicto, una serie cómico-dramática, de tono vitriólico y desenfadado sobre la convivencia en una peculiar familia desestructurada que busca caminos de recuperación. El trabajo como terapeuta de la protagonista se presta a rizar el rizo con esas apariciones muchas veces surrealistas de su “yo” infantil, que entra en pantalla para explicar y mostrar los diferentes traumas por los que ha atravesado en su vida. Se trata de un recurso cinematográfico que resta dramatismo a los momentos más tensos y los convierte en terreno óptimo para la parodia.

Con un tono narrativo cercano a la sitcom televisiva, aunque el rodaje no haya tenido lugar en platós cerrados sino en escenarios reales, Abuelo y exconvicto tiene su fuerte en la definición de personajes, en la interacción entre ellos y en los diálogos. Ni que decir tiene que por mucho que sea una terapeuta cualificada, que pretende transmitir un aplomo desenfadado a través de las redes sociales, Paige es una mujer absolutamente insegura, con baja autoestima y permanente necesidad de apoyo. Pero pese a sus neuras y sus dificultades para perdonar, irá aprendiendo a pasar página gracias las personas de su entorno. Los esfuerzos de su padre por no volver a meter la pata y la complicidad de éste con su nieto para que el sentido común y la vida sin correción política liberen a la encorsetada protagonista funcionan con naturalidad. Al igual que la rivalidad con la antigua novia de su padre, su fraternidad con hermana de adopción y la atracción por el simpático supervidor legal de su padre.

Abuelo y ex convicto consta de ocho capítulos de media hora de duración, un formato que mejora el resultado de estas bienintencionadas guerras familiares, de fondo optimista. Pero no se piense que estamos ante una serie para todos los públicos. Por su tono y referencias sexuales (sobre todo en forma de procacidades y chistes, pero también algo visualmente), está dirigida a un público adulto, aunque ciertamente no se carguen las tintas y nunca se abandone el enfoque cómico. El reparto está bien, con especial mención para los protagonistas Kerry Washington y Delroy Lindo, pero también para una Brenda Strong que brilla en su personaje de mujer fuerte, libertina e independiente que cuidó de Paige en sus años de infancia y juventud.