Círculo cerrado (2023), de Steven Soderbergh

Savitri Mahabir lidera un grupo mafioso procedente de Guyana, que opera en Nueva York. Obsesionada con acabar con una maldición que supuestamente afecta a su familia, y que causó la muerte de su hermano, acude a un gurú que le indica que para conseguirlo debe secuestrar al nieto adolescente de un millonario que posee un imperio de restaurantes. Pone al frente de la operación a Garmen, su mano derecha, y a Aked, su sobrino, que contarán con los recién llegados a la ciudad Savier y Louis, y Natalia, la hermana de este último. Mientras tanto, los agentes del Servicio Postal Manny Broward y Melody Harmony investigan los negocios sucios de Mahabir.

Steven Soderbergh regresa al terreno de las series, tras The Knick, de 2013, y Mosaic, de 2018. En esta ficción de seis capítulos, colabora de nuevo con Ed Solomon, guionista de la segunda, y de su largometraje Sin movimientos bruscos. Ha compuesto una trama llena de giros, y con demasiados personajes, por lo que a veces resulta complicado seguir lo que ocurre. Habla del peligro de creerse supersticiones ancestrales, de la inmigración y de las diferencias de clase, entre otros temas. Resulta original que los encargados de resolver el caso trabajen para Correos, lo que por lo menos no aparece en demasiadas películas.

A Steven Soderbergh lo que más le emociona es crear planos secuencia, con la cámara en mano, para lucir su talento como director de fotografía y operador de cámara. CCH Pounder (Mahabir) destaca al frente de un extenso reparto, en el que abundan los rostros conocidos, como Claire Danes, Timothy Olyphant o Dennis Quaid, que aprovechan personajes bien definidos con sus peculiaridades, que a veces parecen sacados de los clásicos del cine negro.