Enjambre (2023), de Donald Glover

Dre, veinteañera sin muchos recursos económicos, se ha obsesionado hasta la locura con Ni’Jah, cantante pop de moda, a la que considera reina de una especie de enjambre, que conformarían todos sus fans. Y dedica mucho tiempo a azotar en internet a quienes no comparten su pasión. Comparte piso con Marissa, otra seguidora de la artista, pero que sin embargo lleva una vida normal, con un trabajo en un centro comercial. Por su parte, Dre, se saca algún dinero en un espectáculo erótico, donde baila canciones de su estrella favorita, pero le da igual todo aquello que no forme parte del plan de acercarse a ella a cualquier precio.

Donald Glover, creador de Atlanta, está al frente de esta miniserie corta, de cuatro capítulos, junto a Janine Nabers, que ya había colaborado con él en aquella serie como guionista. Han dado en el clavo con el tema central, al retratar el extremismo actual del fenómeno fan, y la falta de horizontes de parte de la juventud, que pasa la mayor parte del tiempo frente a pantallas, por lo que tienen una percepción de la realidad completamente alterada. También se nota que pretenden sacar a relucir problemas que aquejan en el día a día a la juventud afroamericana.

Dominique Fishback (Judas y el mesías negro) realiza una prodigiosa labor como la retorcida Dre, un personaje de triste actualidad, que recuerda a los seguidores más radicales de cualquier película, cantante o moda que puedan encontrar en las redes sociales. Quizás se echa de menos algún punto amable, que acerque un poco al espectador a su desagradable personaje, mientras que algunos golpes de humor negro frivolizan el supuesto intento de la ficción de denunciar los problemas de las enfermedades mentales. Aunque arranca con fuerza, el desarrollo va perdiendo fuelle, y además el resto del reparto no alcanza las cimas de la protagonista, incluido Rory Culkin, en una breve intervención.