Las escalofriantes aventuras de Sabrina (2018), de Rob Seidenglanz

Desde que sus padres (un hechicero y una humana corriente) fallecieron en un extraño accidente de avión, la joven Sabrina Spellman reside en la pequeña localidad de Greendale con sus tías, la racional y mandona Zelda, y la cariñosa y algo alocada Hilda, y su primo homosexual, Ambrose, que cumple arresto domiciliario tras haber intentado volar por los aires el Vaticano. Gracias a que esconde sus habilidades mágicas, la muchacha puede llevar una vida normal, estudiando en el instituto, y dedicando el tiempo libre a sus amigas Susie y Rosalind, y a Harvey, su novio. El vínculo afectivo que ha desarrollado hacia este grupete, colocará a Sabrina en un dilema, pues faltan pocos días para que cumpla los 16 años, cuando recibirá su “bautizo de sangre”, ceremonia mediante la que quedará ligada al Señor Oscuro, lo que la obligará a apartarse por completo de los humanos…

Nueva adaptación del personaje de las viñetas, que dio lugar a la popular telecomedia Sabrina, cosas de brujas, que tiene al frente a Roberto Aguirre-Sacasa, creador de Riverdale, serie también basada en otro título de la misma editorial, Archie, que en los comics transcurre en el mismo mundo, y que ya había tratado a Sabrina en una serie de tebeos que la remodelaban por completo. Quienes busquen un producto similar a su inocente e ingenuo precedente de los 90 se sentirán decepcionados, pues aquí apenas queda lugar para la carcajada (en todo caso añade algo de humor negro a veces).

Se ha buscado una ambientación bastante oscura, cercana al cine de terror, se muestra alguna que otra muerte violenta de forma explícita, y se hace hincapié en los elementos más escabrosos de la hechicería, de hecho el personaje central pertenece a un grupo de satanistas que impone a sus miembros vender su alma al Anticristo. No ocurren los mismos sucesos, pese a compartir básicamente los personajes ya conocidos, es decir la protagonista, sus tías, el mismo chico del que está enamorada y hasta su gato, que esta vez no tiene la capacidad de hablar, por lo que se echan de menos sus comentarios sarcásticos.

Se nota que pretende recordar sobre todo a la saga de Harry Potter, pues se ha añadido una escuela de magia, unos padres fallecidos cuando el personaje era un bebé, un señor oscuro (aunque aquí sí se le puede nombrar)… Pero también tiene mucho de Buffy la Cazavampiros, pues para velar por los suyos, la protagonista rubia debe hacer frente a demonios y a otros seres mágicos. Cuenta con una ambientación convincente (salvo por algún secundario mal caracterizado que parece sacado de La familia Monster), sofisticados efectos especiales, y un reparto estupendo, en el que sobresalen Miranda Otto, Eowyn en El Señor de los Anillos, como Zelda, y sobre todo Kiernan Shipka, la conocida Sally Draper, de Mad Men, en el rol principal.

Se agradece que toque temas de fondo interesantes, como la discriminación en las aulas, o la fuerza de los lazos que ligan a las personas con su entorno. Pero chirría un poco que se hayan exagerado los elementos feministas, para aprovechar su tirón en la era del #MeToo, aquí no sólo se forma un grupo para proteger a los alumnos del instituto del machismo, o se utiliza la magia contra los fanfarrones ‘machitos’ del típico equipo de fútbol, sino que a ratos parece que se está asistiendo a un mitin sobre la libertad de elección sexual del colectivo LGTB, y la identidad de género, hasta el punto de que se ralentiza la acción y las aventuras, que debían tener prioridad.