Siren (2018), de Nick Copus

Serie creada por Eric Wald y Dean White, éste conocido por productos como Los 100 y The Shield. Transcurre en una pequeña población de la costa del Pacífico en Estados Unidos. Las fiestas populares tienen como elemento principal a las sirenas, las criaturas mitológicas femeninas, mitad humanas, mitad acuáticas, lo que incluye incluso souvenirs y tiendas especializadas. Y hay motivo real para que así. El espectador lo comprueba cuando en las redes de unos pescadores que faenan de noche cae un “pez” diferente, que hiere de gravedad a uno de los hombres. Llegarán al rescate miembros de elite del ejército, que se llevan al herido y su pesca sin dejar rastro. Poco después merodea por la zona una extraña mujer poco locuaz y de voraz apetito. Se trata de una auténtica sirena, que intenta localizar a su hermana, retenida en un gran estanque, en una instalación militar ultrasecreta. Ben Pownall, hijo de una autoridad local, y su novia, que trabaja en la preservación de especies marinas, descubrirán que algo extraño está pasando.

Entretenida y con buena factura técnica, no pasa de ser una correcta serie B, con actores poco conocidos y no demasiado expresivos. La que más se esfuerza es Eline Powell, que hace una composición correcta de Ryn, la sirena que poco a poco aprende a hablar y a moverse por tierra firme. Su condición de criatura letal se pone de manifiesto cuando un paleto local trata de abusar de ella. No faltan además los clásicos cantos de sirena que se suelen asociar a estas criaturas.