Alice, cariño (2022), de Mary Nighy

Alice tiene un novio en apariencia atento, Simon, un artista mayor que ella que no parece tener el éxito del que presume. La muchacha se va unos días a una casa rural con Sophie y Tess, dos amigas de la infancia. Éstas detectan que la relación de Alice con Simon dista mucho de ir bien, pues todo indica que la regaña, la controla de forma obsesiva, oscurece sus logros profesionales, y hasta la hace sentirse culpable por haberse ausentado.

Mary Nighy, actriz de títulos como María Antonieta, e hija del reputado Bill Nighy, debuta como realizadora con este thriller sobre los abusos psicológicos. Cuenta con un guión de Alanna Francis y Mark Van de Ven que acierta al ir sugiriendo poco a poco y con sutileza lo que le ocurre a la protagonista. Refleja lo que ocurriría en la vida real, pues no resulta fácil detectar cuándo una conocida sufre un problema similar, pero algunos indicios pueden dar pistas a su entorno.

Sin embargo, da la sensación de que los libretistas no han tenido demasiadas ocurrencias para desarrollar una trama lo suficientemente extensa. Así que se han tenido que meter escenas de relleno, en que las protagonistas pasan tiempo juntas, o nadan en el lago, pero que no aportan gran cosa al conjunto. Tampoco están bien desarrollados, algunos elementos como la desaparición de una joven en los alrededores, y el hallazgo de una barra de labios presuntamente relacionada con esta historia, que sin embargo al final no suma nada al film. Una lástima que por estos problemas caiga en saco roto la impresionante interpretación de Anna Kendrick, en la piel de una mujer paralizada, que no puede solucionar su problema. Está bien respaldada por Charlie Carrick (el temible Simon), Wunmi Mosaku (la dura Sophie) y Kaniehtiio Horn (la alegre Tess).