John Wick: Capítulo 4 (2023), de Chad Stahelski

John Wick, que sigue sin olvidar la muerte de su amada esposa, trata de librarse de una vez por todas de la servidumbre debida a la Alta Mesa como asesino a sueldo. Pero esta organización criminal, que se deshace de los que no cumplen con lo previsto sin contemplaciones, por ejemplo derribando el Hotel Continental de Winston en Nueva York, no está dispuesto a soltar a su presa asesina, y tras un nuevo desafío encomienda al Marquis, que reside en París, que lo elimine. Tras un encuentro con el asesino ciego Caine en Osake, peleas a tutiplén en Berlín y el acecho del Tracker con su letal perro, Wick logra que se atienda su petición de un duelo a la vieja usanza en París con el Marquis, siguiendo la tradición más noble de los “killers”.

Cuarta entrega de la saga mamporrera que tiene detrás a Chad Stahelski, el coordinador de especialistas de Matrix. El film da lo que cabe esperar, aunque las casi tres horas de acción acaban haciéndose un poco interminables, con largas coreografías donde se combinan patadas, puñetazos, navajazos y disparos con armas de fuego, en escenarios imposibles, ya sean las cocinas de un hotel, entre hornos y fogones, un museo de armaduras de samuráis, una iglesia ortodoxa, una pinacoteca o un concierto con mucho bailoteo, donde a la gente no parece importarle que la gente se esté matando.

Sin duda lo mejor del film es la parte de París “la nuit”, con lugares emblemáticos bien aprovechados, sobresale la escena en las escaleras de Montmartre que conducen al Sacré Coeur. Keanu Reeves está tan hierático como cabe esperar, y en esta ocasión el film adquiere un tono crepuscular, incluso con la idea del duelo al amanecer, una suerte de hermanamiento con Caine –Donnie Yen– y las frases más o menos solemnes, en que Wick comenta con Winston y Bowery King –Ian McShane y Laurence Fishburne– lo que serían buenos epitafios para sus lápidas mortuorias; da bien el tipo de villano retorcido Bill Skarsgård. No es un film que haya que tomar demasiado en serio, pero se agradecería una trama un poco más trabajada y el cuidado de algunos personajes de quita y pon, además de algo de lógica interna, vamos, y no confiarlo todo a cierta sofisticación de escenarios y a la pura acción, o excusarse con que se trata de un tebeo.