Eugénie Grandet (2021), de Marc Dugain

Adaptación de la novela decimonónica de Honoré de Balzac. Transcurre en una ciudad de provincias de la Francia de la época de la restauración, donde el avaro tonelero Félix Grandet prospera aprovechándose de la desgracia ajena, aunque él mismo y su familia –la esposa y la hija casadera Eugénie– viven en condiciones bastante miserables, debido a su proverbial tacañería. Lo que no impide que personas de su entorno con hijos solteros busquen concertar un matrimonio conveniente, pues saben que Grandet posee una fortuna. En esta tesitura se presenta en casa llegado de París Charles Grandet, hijo del hermano de Félix, al que la desgracia económica ha conducido al suicidio. Eugénie se ve atraída por su primo, en parte también por su buen corazón, que no entiende la frialdad de su progenitor con el recién llegado, de quien sólo parece temer que se aproveche de él, y a quien aconsejará que trate de prosperar emigrando a América, para alejarlo de ella.

A Marc Dugain le van las historias dramáticas de época, pues firmó la novela en que se basa El pabellón de los oficiales, y dirigió la cinta de corte histórico en torno a la corona Cambio de reinas. Ahora se apresta a hacer suya la novela de Balzac, podándola y conservando lo que considera su contenido más actual de empoderamiento femenino y denuncia de las injusticias sociales, pero sin forzarla haciéndole decir lo que no dice. También aborda el anhelo de amor que se le niega a la protagonista, reafirmado en los primeros compases del film, cuando Eugénie acude a confesarse a la catedral, y pregunta al sacerdote si es pecado desear un gran amor, obteniendo respuesta negativa, aunque aconsejando también el saber conformarse con lo que toque, siempre queda el amor de Dios. En conjunto la mirada resulta bastante amarga, y se viene a señalar que en un mundo de hombres se han instaurado modos de ejercer el poder que cortan las alas para volar, de modo especial a las mujeres.

El film logra un atinado retrato del personaje protagonista, a quien interpreta con acierto Joséphine Japy, y sabe jugar al contraste con ese padre sin entrañas, casi inhumano al que da vida y hace creíble el gran Olivier Gourmet. Algunas ideas del dibujo de la relación hija-padre retrotraen a un gran clásico cinematográfico, La heredera, que se basaba en una novela de Henry James, y donde también seguíamos a un padre castrador de la libertad de su hija, y que consideraba al hombre que tocaba su corazón como un cazadotes. De nuevo tenemos el dibujo terrible del padre, y el modo en que se endurece su dulce hija, que para verse realizada, antes las decepciones que le trae la vida, no le queda otra que refugiarse en el control de su libertad, con un individualismo e independencia que acaban facilitando inesperadamente la circunstancias.

Dugain sabe dotar a la narración de un buscado aire gris, atrapando el hastío vital que atenaza a Eugénie, quien sin embargo sabe descubrir la belleza en la naturaleza, una naturaleza bella en su sobriedad desnuda, y en sus sonidos característicos, el viento o el crujir de las hojas. Ella aprecia todas estas cosas, lo que no hacen esas personas que quieren aprovecharse de ella, perdiéndose las mejores cosas que ofrece la vida.