La monja II (2023), de Michael Chaves

1956. Cuatro años después de hacer frente al demonio Valak reencarnado en una monja, a Sor Irene la envían a un pueblecito francés, donde con ayuda de Debra, otra religiosa investigará la extraña muerte de un sacerdote. Ignora que en aquel lugar también vive Frenchie, el tipo que le ayudó a enfrentarse a la entidad sobrenatural, y que ésta le ha poseído. Trabaja en un internado de niñas.

El universo creado por Expediente Warren (The Conjuring) se sigue expandiendo. Tras dos filmes de la serie, La llorona, y Expediente Warren: Obligado por el Demonio, Michael Chaves ha sido elegido para sustituir a Corin Hardy, autor de la decepcionante primera entrega. Los resultados tampoco entusiasman por repetición de fórmulas architrilladas. Se esfuerza por crear una atmósfera sugerente, y por componer sustos que funcionen, pero apenas consigue sus objetivos.

La trama apenas depara sorpresas, y algunas secuencias clave resultan demasiado efectistas, o no acaban de estar bien resueltas como la de la protagonista plantada frente a un kiosco de revistas, cuyas páginas revolotean por el viento hasta formar una siniestra figura. Lo mismo sucede con el climax, con un macho cabrío que no produce el canguelo deseado.

El guión intenta dar matices a los personajes, pero apenas consigue esbozarlos. Con tanto futuro como su hermana Vera, la vivaracha Taissa Farmiga más o menos suple con su expresividad las carencias de Sor Irene, muy plana sobre el papel. Aunque tiene mucho más mérito Storm Reid, que da vida a Sor Debra, de la que apenas se sabe nada, pero sabe darle bastante humanidad. Una escena post-créditos da pie a las especulaciones sobre el futuro de la franquicia Warren.