Synchronic. Los límites del tiempo (2019), de Aaron Moorhead

Una peculiar película, que quiere imprimir un hondo sentido existencial a su trama, lo que le viene grande, aunque se agradezca el intento de no caer en la superficialidad al uso. Sigue a Steve y Dennis, amigos y compañeros de profesión, son paramédicos, en la ciudad de Nueva Orleans. El primer es un mujeriego impenitente, mientras que el otro está casado y tiene una hija ya adulta. Ambos atraviesan sendas crisis personales. El primero por el diagnóstico de un tumor cerebral, el otro por problemas matrimoniales y la desaparición repentina de su hija. Ello coincide con las extrañas muertes que tienen que atender en sus guardias, y que parecen relacionadas con una droga sintética denominada Synchronic. Ésta tiene un sorprendente efecto: permite viajar brevemente en el tiempo, no, no es una alucinación, aunque con el riesgo de quedar atrapado en la época a la que se viaje.

La pareja de directores Justin Benson y Aaron Moorhead vuelven a acometer una película de ciencia ficción tras El infinito. Con guión del primero, combinan los elementos típicos de los viajes temporales con los dramas de los protagonistas, que deben afrontar la pregunta clave para todo ser humano, la del sentido de la vida. Pero lo hacen de un modo lánguido, y sin imprimir excesiva emoción a los momentos en que nos topamos con un conquistador español, o con la época de la esclavitud y de los encapuchados blancos del Ku Klux Klan.

Aunque hay cuestiones valiosas en la trama como la del amor y la amistad, por las que merece la pena sacrificarse, falta un hervor para que el espectador se conmueva mínimamente, y tampoco los protagonistas Anthony Mackie y Jamie Dornan logran rellenar esas carencias con sus sosas interpretaciones.