El último artefacto socialista (2021), de Dalibor Matanic

El inteligente hombre de negocios Oleg se traslada con Nikola, su primo ingeniero, a Nustin, remota localidad de los Balcanes, donde ni siquiera llega la señal de los teléfonos móviles. Allí pretenden poner en funcionamiento de nuevo una vieja fábrica de turbinas, ahora abandonada, que antaño convirtió el lugar en una zona poblada y próspera. Primero deben asegurarse de que el alcalde de la ciudad les apoye, y después ponerse en contacto con el ingeniero alcohólico Janda, que les ayudará a arreglar las máquinas y a reunir un equipo de trabajadores.

El croata Dalibor Matanic, director de Bajo el sol, convierte la novela “No-Signal Area”, de su compatriota Robert Perišić, en una miniserie de seis capítulos. Ciertamente, la ficción comienza con fuerza, con una irresistible mezcla de drama, y humor surrealista, que trae a la cabeza el cine de los hermanos Coen y de Emir Kusturica. Tiene además una sólida factura, gracias a la fotografía del esloveno Marko Brdar e invita a reflexionar sobre la situación actual de los países ex comunistas, pues ha terminado el régimen que les sumió en la pobreza y acabó con su libertad, pero eso no significa que en la actualidad no tengan problemas por culpa del capitalismo desenfrenado.

Quizás el desarrollo no está del todo a la altura de lo esperado en un primer momento, con algunas situaciones confusas o poco claras, y capítulos que pierden algo de fuelle. Al menos, cumplen todos los actores del reparto, en especial Rene Bitorajac (el espabilado Oleg), Kresimir Mikic (el desencantado Nikola), Jovana Stojiljkovic (la pretenciosa artista Šeila) y sobre todo Slavko Stimac, en la piel del amenazante Ragan, propietario de la gasolinera y antagonista principal.