Fuego fatuo (2022), de João Pedro Rodrigues

Año 2069. El rey Alfredo se encuentra moribundo y recuerda los años en que era un joven príncipe. Entonces decidió abandonar su palacio y vivir como un plebeyo, con la intención de hacerse bombero para salvar los bosques. En la academia mantendrá relaciones con Afonso, un compañero dedicado a su instrucción.

Minoritario producto de temática gay, con imágenes sexuales muy explícitas, con el que el director João Pedro Rodrigues parece dar vía libre a su imaginación. Esta “fantasía musical”, como la define Rodrigues, es rarita y morbosa, con una puesta en escena muy teatral y un esteticismo exagerado –tiene bemoles lo de los bomberos desnudos imitando famosas obras de arte– a la que se añaden algunas coreografías musicales. Incluye un componente ideológico en donde luchan dos formas de vida: la realeza y el republicanismo, ambas como metáforas del sometimiento a las convenciones sociales o la toma de partido por la libertad, respectivamente. Tanto en este planteamiento como en muchos otros las referencias gays son constantes, por lo que resulta bastante dudoso que Fuego fatuo interese a un público fuera de este colectivo.