La dama de los muertos (2022), de Nicolai Rohde

Brunhilde Blum, madre de dos hijos y casada con un policía, regenta desde hace dos décadas la funeraria de una pequeña población alpina. La tragedia sacude a la familia cuando el marido y padre es mortalmente atropellado y el conductor se da a la fuga. Blum detecta poco interés en la investigación policial por aclarar los hechos, de modo que empieza a hacer indagaciones por su cuenta. Descubrirá una turbia trama de depravación sexual en torno a mujeres jóvenes inmigrantes que buscan una vida mejor.

Adaptación en forma de miniserie, compuesta de 6 capítulos de tres cuartos de hora, de una intrigante novela de Bernhard Aichner con varios elementos sorpresivos, algunos bastante truculentos. Dirige Nicolai Rohde, a quien toca jugar al despiste en lo relativo a la causa de la muerte del esposo policía, sugiriendo una infidelidad, para luego apuntar a que era alguien que siempre ayudaba a los demás, lo que podía meterle en problemas. Y también en lo relativo a Blum, la protagonista y auténtica dama de los muertos, mujer dura por su acostumbramiento a manejar cadáveres, incluso cortándoles las piernas para que quepan en el ataúd barato que los familiares han encargado para ahorrar. Con inspiración tal vez en A dos metros bajo tierra, juega con el recurso de Blum hablando con los cadáveres acerca de sus sospechas en torno al atropello, a lo que éstos contestan manteniendo una conversación.

Aunque se sigue con interés, resulta tremendamente morbosa, y domina el desencanto de quien blasfema y niega a Dios, al tiempo que se deja dominar por los sentimientos de venganza, actuando en soledad, Blum sólo puede hablar con los muertos, incluido su difunto esposo, pero no tiene a nadie entre los vivos a los que abrirse, incluida la mujer a la que esconde, a su suegro, a sus hijos o a un fiel empleado. Llama la atención el elemento antirreligioso, y no me refiero sólo a la visión negativa de un personaje concreto, sino a una visión muy pegada a la tierra, que casi se puede calificar de nihilista. El reparto lo hace bien, y tiene mérito el trabajo de Anna Maria Mühe en su rol de mujer dura, pero con la que se puede empatizar pese a todo.