Los testigos (2021), de Jörg Lühdorff

Berlín. La doctora Jasmin Braun es una psicóloga que trabaja con la memoria. Más en concreto, Braun estudia los procesos cognitivos en recuerdos multisensoriales. Cuando la hija de diez años del ministro del interior es secuestrada durante la visita a un museo, Braun será requerida por la policía para examinar las declaraciones de los testigos. Aunque ella nunca trabaja con personas, sino con transcripciones, la urgencia del caso exige que esta vez se entreviste con ellos. La vida de la niña está en juego.

Serie alemana que indaga sobre una parte de las investigaciones policiales que sin duda resulta original y que no se había tratado hasta ahora en la pantalla, al menos de manera, digamos, científica. ¿Son fiables los recuerdos de los testigos de un crimen? ¿Hasta qué punto? ¿Qué se puede colegir entre ellos acerca de su verdad o su falsedad? El director Jörg Lühdorff afronta esta tarea con una historia sencilla y acotada en el tiempo, porque los hechos tienen lugar durante unas pocas horas nocturnas de un día lluvioso, y el guión, escrito por el propio Lühdorff en colaboración con Janosch Kosack, se desarrolla de modo lineal, también en su estructura pues presenciamos uno tras otro los encuentros de Braun con los seis testigos del caso, cuatro mujeres y dos hombres.

Los testigos parte del hecho de que el cerebro de las personas es un misterio y los recuerdos son sumamente frágiles, fácilmente manipulables y cambiantes. Ni que decir tiene que cada entrevista supondrá un reto para la doctora Braun. El motivo es que cada testigo tiene su propio mundo interior, sus historias, sus recuerdos modificados por su modo de ser, por su imaginación. Braun se siente apremiada por la policía, que espera con impaciencia el fruto de ese trabajo científico, y la doctora asume esa responsabilidad: sabe que extraer datos veraces relevantes para el caso será la única clave para dar con el paradero de la niña.

Visualmente la serie es algo monótona, con repeticiones continuas de planos y contraplanos, mismas localizaciones, espacio cerrado. La acción avanza únicamente por medio de razonamientos, diálogos, conclusiones, pero para esquivar esa trama demasiado discursiva Lühdorf introduce pequeños giros que captan la atención y rompen el hilo, como la aparición de la insulina, el propio trastorno psico-emocional de la doctora, la cuestión de su hermano, el testigo que cambia las tornas en el interrogatorio, etc. Estos elementos, junto a la propia madeja del misterio, que va evolucionando hasta alcanzar un buen clímax, y la escasa duración de cada capítulo –no llegan a la media hora–, logran que el conjunto se vea con interés. Todo el reparto hace un gran trabajo, especialmente la actriz Alexandra Maria Lara (El hundimiento), magnífica como protagonista.