Rapa (2ª temporada) (2023), de Rafa Montesinos

Lograda segunda temporada de la serie de intriga criminal creada por Pepe Coira y Fran Araújo, ahora con Rafa Montesinos y Marta Pahissa en la dirección de los seis episodios de que consta. De nuevo seguimos a la extraña pareja de detectives compuesta por la experimentada sargento de la guardia civil Maite y el profesor de instituto Tomás investigador aficionado, ahora jubilado anticipadamente por el ELA que padece y le obliga ahora a desplazarse con ayuda de una muleta, mientras la enfermedad avanza, que viven bajo el mismo techo.

Maite precipita una operación de vigilancia por narcotráfico en El Ferrol, que conduce a la detención del joven Tacho, que podría malograrse por culpa de las actividades de su tío. Puestos en libertad, Maite le confía los cuidados como chófer y chico de los recados para Tomás, que por sus limitaciones está perdiendo la ilusión de seguir viviendo. Ilusión que recupera por la posibilidad de resolver un caso del asesinato del joven César, ocurrido hace 20 años y a punto de prescribir, sería la ocasión de hacer justicia a su padre. Por otra parte, en el Arsenal de la Comandancia de Marina, el día que presentan a los medios los hallazgos de un pecio hundido en el océano, no se presenta una comandante, casada con otro oficial, ausencia que se prolonga varios días y que obliga a la investigación del caso a Maite, bajo las órdenes de una jueza togada militar.

Los responsables de la serie saben sacar un magnífico partido a la ciudad de El Ferrol y alrededores donde se ha rodado, y consiguen intrigar a la vez que se introducen muchos dramas y conflictos, que implican a personas de carne y hueso. Javier Cámara sigue sacando partido a su personaje, ahora un poco más de vuelta de todo, donde en el caso hay un deseo de hacer justicia, para también una forma de llenar el tiempo que le queda, y donde al final va a descubrir que lo que le toca afrontar es más complicado que su propia situación personal. Mientras que Mónica López sabe componer un personaje gran profesional, ella es dura, y es capaz de abrirse paso en el mundo riguroso y algo opaco de la Armada, celosa de su buen nombre, pero también afectada por la enfermedad de su amigo y su mirada desencantada, trata de ayudarle aunque a la vez busca compañía más animante. Alguien que les une es Tacho, bien interpretado por Darío Loureiro, da el tipo de alguien curtido por la vida, y al mismo tiempo ingenuo, contratado por Maite y que logra ir ganándose a Tomás.

La madeja argumental va complicándose hábilmente pintando la familia de Caldaloba, el marido de la desaparecida y perteneciente a un largo linaje de marinos, con los problemas de comunicación con los hijos y crisis en el hogar; y también asoman los conocidos que trataron al chaval muerto hace veinte años. Al final se apuntan a problemas reales que afectan a las familias, a veces por cerrar los ojos, muchas por la pasividad a la hora de actuar. En fin, están ahí las pasiones humanas habituales, de celos y amoríos, de codicia y secretos, que al final acaban asomando, sólo la verdad hace libres, aunque sea una verdad amarga. Y hasta se realizan guiños y conexiones con la primera temporada que encantarán a los que han seguido la serie desde el principio.

Sorprende el rigor, al menos para el lego, con que se pintan las investigaciones, los procedimientos judiciales, las escuchas, las vigilancias, los interrogatorios y careos, los registros, y el respeto con que se tratan las instituciones, la guardia civil y la marina, aunque puedan existir negligencias u ovejas negras entre sus filas. Quizá la narración en parelelo de los dos casos y el salto de uno a otro a veces no se haga con la suavidad que sería de desear, pero el balance final es más que notable.