Sentimos las molestias (2022), de Juan Cavestany

Rafael Müller es un afamado director de orquesta que se queda descolocado cuando su mujer decide abandonarle. Encontrará compañía en su mejor amigo de toda la vida, Rafael Jiménez, ex rockero de éxito, líder del legendario grupo “Cuidado con el perro”. Éste acabará recalando en la casa de Müller, ya que está sin blanca y tiene problemas con el alquiler, pero el mucho trato y el demasiado roce no siempre serán fáciles de sobrellevar.

Simpática y ligera serie española que supone una más entre las innumerables colaboraciones de Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero, la última de las cuales fue la estimable serie Vergüenza. Pergeñan ambos cineastas un producto que cae bien a la primera, con un sentido del humor sencillo, anclado en frases ingeniosas y en réplicas suavemente irónicas. Hay una mirada amable a los dos protagonistas, hombres entrados en años a los que les cuesta asumir que ya no son jóvenes, sino más bien unos vejestorios que quizá tienen que dejar pasar a los que vienen detrás y abandonar de una vez por todas las batallas que ya no son suyas, sobre todo laborales, pero también en cuanto se refiere al terreno personal y a las conquistas amorosas.

Sentimos las molestias se ancla sobre la amistad de dos tipos que son muy diferentes y que sin embargo también se parecen mucho. Son entrañablemente patéticos, egoístas, caraduras, gruñones, buenas personas y unos carcas incorregibles, pero sus diálogos, las continuas pullas que se lanzan (la cuestión del audífono es de mondarse) y momentos como los del atraco o la visita a su amigo en el hospital les ponen siempre en el mismo plano. En realidad se necesitan mutuamente como el aire que respiran. Hay que reconocer que el guión del dúo Cavestany-Fernández Armero tiene gags la mar de graciosos, y aunque contiene algunos detalles y situaciones soeces en general predomina el tono amable. Sirve también la historia para hablar de saltos generacionales y de cómo es difícil habituarse al cambio social de los tiempos.

Compuesta de seis episodios de algo menos de media hora de duración cada uno, la serie está rodada en Madrid y cuenta con una producción sencilla, con muy pocas localizaciones. Además de su poco metraje, que los episodios resulten tan divertidos y que se pasen en un pis pas también se debe, claro, a los actores elegidos para encarnar a los Rafas. Tanto Antonio Resines (memorable su presentación en la ceremonia del premio), como Miguel Rellán (menudo aprovechado) están sembrados. Nunca un director de orquesta y un viejo rockero fueron amigos tan compatibles. Y está estupenda también Fiorella Faltoyano.