Ana Rujas

Un taxista obsesionado por los números, un argentino que no puede evitar gritar frases malsonantes, una obsesa de la higiene, una joven que repite todo lo que dice, un tipo que no puede pisar ninguna línea del suelo, y una mujer madura excesivamente recatada. Estos seis individuos, cada uno con un trastorno obsesivo compulsivo (Toc) diferente, coinciden en la consulta de un reputado psiquiatra. Sin embargo, éste se retrasa por problemas con su vuelo. Adaptación al cine de la obra teatral del francés Laurent Baffie, que ha tenido mucho éxito sobre todo en Madrid, donde se ha llegado a convertir en la obra más longeva de la cartelera (lleva representándose en la capital de España ocho años cuando se estrena el film). Quizás no sea un espectáculo memorable, y va dirigida al público que busca textos fáciles, pero resulta imposible no reírse en algún momento. Lo mismo ocurre en la versión cinematográfica, que respeta casi al milímetro el texto original. Quizás juegue en su contra la simplona puesta en escena de Vicente Villanueva, en su tercer largometraje tras las discretas Lo contrario al amor y Nacida para ganar. Y los actores exageran, pero también demuestran carisma, sobre todo el veterano Óscar Martínez, que no está a la altura de El ciudadano ilustre, pero cumple, y Paco León, que retrata al típico taxista combinando crítica al personaje, pero también cariño.

Un drama médico cargado de humor negro protagonizado por un Santi Millán (Siete vidas) que sigue la estela del Doctor House para convertirse en fisioterapeuta un tanto sobrado, cargado de ingenio y mala leche, que acaba resolviendo, más o menos de manera brillante, todos los casos de los pacientes que se presentan en su consulta. El guión está elaborado a base de pequeñas historias que muestran que muchas veces nuestro cuerpo sufre lesiones causadas por incidencias emocionales. Soledad, insatisfacción, problemas familiares... y además los problemas personales del protagonista, que giran en torno a un lío de faldas, como no podía ser de otra manera. Lo que cuenta en Frágiles es de sobra conocido para aquellos que hayan seguido La pecera de Eva o la gran House, salvando las distancias con esta última por supuesto. Pero el personaje principal, la esencia de la serie, es igual. Un Santi Millán que derrocha carisma y llena la pantalla en todo momento, sin duda, a pesar de que en algunas ocasiones parece un poco sobreactuado, es lo mejor. Lástima que las situaciones con las que lidia día a día estén ya muy vistas y sean bastante previsibles... por no decir que además sabemos que la "estrella de los fisioterapeutas" consigue ayudar a todos sus pacientes porque él lo vale. Así que nos encontramos con una de cal y otra de arena; con algunos diálogos frescos a pesar de que la mayoría de los personajes que aparecen en la consulta del fisio son bastante prototípicos: una alta ejecutiva ahora en silla de ruedas, un adolescente problemático... El elenco de actores es de lo más familiar de la televisión actual, con Elia Galera, Ruth Núñez, Luisa Martín o Norma Ruiz, profesionales experimentados que convencen sólo a medias. Una serie poco original y desigual, con momentos divertidos y algunos hasta lacrimógenos, cuyo entretenimiento sin más no puede sorprender en ningún momento.