El rey del fin del mundo (2021), de Michael Haussman

A mediados del XIX, James Brook está desencantado con su vida como militar en el Imperio Británico. Tras dejar atrás a su esposa y a un hijo ilegítimo, partirá a Sarawak, en la isla de Borneo, para descubrirse a sí mismo y explorar el territorio, con su primo, Arthur Crookshanks, y su sobrino, Charley. Allí, el trío será recibido con hostilidad por la aristocracia, sobre todo por el príncipe Mahkota, pero Brook se convertirá en un héroe tras el asedio de los piratas.

De reconocida trayectoria en el mundo del videoclip, Michael Haussman ha dirigido largometrajes como el thriller El enemigo está dentro (2003), con Val Kilmer. En esta ocasión compone su trabajo más ambicioso, una película hiperrealista, dura y en ocasiones sangrienta, pero que no deja de evocar a los clásicos del cine de aventuras. No en vano, el personaje central inspiró a Rudyard Kipling para El hombre que pudo reinar, y a Joseph Conrad para El corazón de las tinieblas, que a su vez dio lugar a Apocalypse Now.

Sobresalen las secuencias de emboscadas y de cazadores de cabezas. El film cuestiona el colonialismo británico y retrata a un personaje de la civilización seducido por las culturas ancestrales, en la línea de Bailando con lobos y otras cintas. Al final resulta evidente que la historia real podría haber dado lugar a un film más redondo, pues Haussman dirige con demasiado academicismo, y le falta un poco de frescura y capacidad de riesgo. El guión no logra condensar bien los numerosos puntos de interés de la historia central, por lo que se aportan demasiados datos, y resulta fácil perderse entre las diversas alianzas locales, que a veces cambian. Por su parte, Jonathan Rhys Meyers aporta un gran carisma, pero su interpretación resulta demasiado rígida y limitada. Le superan Dominic Monaghan, como primo de Brooke y segundo al mando, y Atiqah Hasiholan, que convence en el papel de la princesa local.