Medellín (2023), de Franck Gastambide

Reda, ex luchador de boxeo, un tanto sonado, tiene un hermano youtuber, Pablito, famoso por sus imitaciones del fallecido Pablo Escobar. El chico se marcha a Colombia para rodar un vídeo sobre el capo del narcotráfico, pero allí le secuestra Diablo, otro mafioso. Reda decide viajar allí para tratar de liberarle, con ayuda de Stan, su inseparable amigo, y Chafix, un luchador de su gimnasio. El plan consiste en llevarse al hijo de Diablo para canjearlo por Pablito.

Franck Gastambide se hizo famoso en Francia con comedias chabacanas, como Les Kaïra, sobre un grupo de macarras que se adentra en la industria del porno. Eleva un poco (no demasiado) el nivel, con una comedia de acción, que al menos cuenta con escenas de persecuciones y porrazos correctas, aunque pese su falta de originalidad.

Por lo demás, abusa del humor tontorrón y de todos los tópicos posibles sobre Colombia, que se pinta exageradamente como un lugar bastante salvaje. No están claras las motivaciones de la mayoría de los personajes, y los actores tienen poco que hacer con personajes caricaturescos. Ramzy Bedia resulta agotador como Reda, al que pinta como un tontorrón, mientras que el propio Gastambide no logra empatizar con el público, en la piel de Stan. No aporta nada el célebre boxeador Mike Tyson, que aparece como secundario, como un agente especial estadounidense. Por último, se desaprovecha a Raymond Cruz, Tuco en Breaking Bad, poco creíble como el temible Diablo.