Oink oink (2022)

Algún lugar de Holanda. Babs, una niña vegetariana que tiene un hermano, siempre ha soñado con tener un perro, pero ha tenido que desechar la idea por la alergia que sufre su progenitor hacia estos animales. Un día se presenta en casa su abuelo, que llevaba años en Estados Unidos sin ver a la familia. Por su cumpleaños, el recién llegado le regala un lechón a la chavala. Podrá quedarse con él, ya que no afecta a la salud de su padre, pero un carnicero local persigue al cerdito porque desea convertirlo en salchichas y así ganar un concurso anual de este producto, que está a punto de celebrarse.

Primer largometraje de la holandesa Mascha Halberstad, que adapta un cuento infantil de Tosca Menten, muy influido por Roald Dahl. Ha escogido para el film la técnica del stop-motion, que maneja con gran maestría, pues construye personajes adorables, sobre todo el cerdito (muy expresivo pese a tratarse de un personaje sin diálogos), y se luce con los movimientos y fondos de colores alegres. Ha aprendido de las producciones de Disney a no tratar a los niños como idiotas, y hasta incluye referencias a E.T., el extraterrestre, y otros apuntes que sólo entenderán los adultos. A ratos recuerda a Babe, el cerdito valiente, el film porcino más famoso de la gran pantalla.

Quizás se exceda en humor un tanto escatológico, mostrando continuas flatulencias y excrementos del cerdito, lo que acaba agotando. Aboga por el veganismo y el cese del consumo de carne, si bien no carga las tintas en este mensaje, y se limita sobre todo a chistes costumbristas y escenas que combinan acción con humor. Se agradece que dure 72 minutos, dando un ejemplo de cómo sintetizar una historia en tiempos en que las plataformas parecen empeñadas en estrenar filmes de duración desmedida.