Bienvenidos a Chippendales (2023), de Matt Shakman

Miniserie que reconstruye el periplo de Somen Banerjee, inmigrante indio conocido como Steve, que en los años 70 intenta establecerse en Los Ángeles. Tras fracasar probando fortuna con la apertura de una gasolinera, se asociará con Paul Snider, dueño de una discoteca, que se reconvertirá en club de backgammon. Como la cosa no acaba de cuajar, Steve pondrá en marcha una nueva iniciativa, un local de strippers masculinos, con ayuda de Denise, una diseñadora de vestuario, la contable Irene, y el coreógrafo Nick De Noia. El negocio funciona a las mil maravillas, pero nacerá una tensión entre Steve y De Noia que amenaza con acabar en enorme tragedia.

Robert Siegel, creador de Pam & Tommy, aborda otra sórdida historia en la misma línea, también ocurrida en la realidad, y en la que vuelve a recurrir al humor negro, lo que parece su marca de fábrica. Vuelve a cometer los mismos errores que en aquélla, sobre todo una mirada excesivamente frívola, abundancia de secuencias reiterativas y exceso de duración para contar una historia que no da para ocho capítulos. Se busca acabar cada capítulo con un cliffhanger, o final con gancho, que invite a seguir el siguiente, pero no cuela, el relato no tiene tal gancho y resulta previsible. Otro realizador le habría sacado partido a algunos temas que se apuntan, como la obsesión desmedida por el triunfo, o las consecuencias negativas en la sociedad de la contracultura y la revolución sexual. Siegel pasa de puntillas por todas ellas.

Más conocido por sus papeles cómicos, Kumail Nanjiani demuestra cierto talento para un personaje dramático, pero no consigue que resulte veraz, porque el guión apenas describe a Steve como una especie de niño grande, sin profundizar demasiado en sus motivaciones. Sí que salen airosos de este despropósito Murray Bartlett, que se dio a conocer por The White Lotus, como el egocéntrico De Noia, y Juliette Lewis, que aprovecha sus escenas en la piel de Denise.