In My Skin (2018), de Lucy Forbes

Bethan Gwyndaff es una joven de dieciséis años que estudia en la escuela de secundaria Llanvair. Malvive con sus destrastrosos padres, una desequilibrada mental y un despreciable inútil, en una casa que es cualquier cosa menos un hogar. El único motivo de alegría en la vida de Bethan es la amistad de sus compañeros Lydia y Travis y el cariño de su abuela, a lo que ella suma una facilidad increíble para mentir para huir de la realidad. Y quizá en el horizonte planea una nueva amistad, la popular Poppy Crookshank.

Gamberrilla serie británica creada y escrita por Kayleigh Llewellyn, quien muestra la difícil vida de una jovenzuela a punto de ir a la universidad. Quizá no es exactamente una mirada cínica la que imprime Llewellyn, pero desde luego no ofrece In My Skin un acercamiento dulce al mundo adolescente, más bien uno pensaría que si toda la juventud debiera enfrentarse a las situaciones con que tiene que lidiar la protagonista, el futuro de nuestra sociedad se iría al garete a marchas forzadas.

Con enorme desparpajo en el hablar –procacidades y groserías se suceden continuemante– asistimos al día a día de Bethan en el colegio, en su casa, con sus amigos. Para salir adelante Bethan no para de mentir a diestro y siniestro, a sus compañeros, a sus padres, a sus profesores y a sí misma. La huida de una situación familiar desastrosa –la madre bipolar hasta el extremo y el padre un sinvergüenza, holagazán y violento– empuja a la joven a afrontar cada día en el colegio sin demasiada esperanza y sin embargo bastan algunas alegrías –un poema publicado, una charla con su abuela, una nueva amistad– para que su mundo se llene de color. Porque Bethan, tan maleada que parece estar de vuelta de todo, guarda en el fondo un corazón de oro, es brillante y también sabe ser responsable, con una bondad que le lleva a cuidar de su madre enferma con ternura y paciencia. Aunque quizá ese afán de amar y ser amada también puede arrastrarla a desatender a sus amigos y a emprender relaciones ambiguas, quizá equivocas, con respecto al cariño que siente por Poppy.

In My Skin muestra los peligros de criarse en su una familia disfuncional y la deriva nihilista que arrastra a muchos jóvenes de hoy, con nulo horizonte vital. Con esos postulados, la verdad es que da miedo pensar en la sociedad que estamos creando, fruto la mayoría de las veces de familias desestructuras, sin cariño en el hogar. Visualmente los cinco capítulos de media hora de duración se siguen con interés. Las directoras Lucy Forbes y Molly Manners aportan frescura y ritmo impecables, aunque la trama y los comportamientos no resulten lo que se dice edificantes. Al menos el tono de comedia tamiza los efectos. Y es magnífico el trabajo de la jovencita Gabrielle Creevy como protagonista.