Cherry (2021), de Anthony Russo

Adaptación de la novela semiautobiográfica de Nico Walker, médico militar veterano de la guerra de Irak, que sufrió estrés postraumático y acabó atracando bancos. Se ocupan de la dirección los hermanos Anthony y Joe Russo, que con este film demuestran que se les da mejor dirigir cine de superhéroes Marvel que de antihéroes en busca de la redención inspirados en la realidad. El drama, de momento, se les escapa.

La película sigue la trayectoria errática de Cherry a lo largo de una década, desde que en la universidad se fija en Emily, una jovencita que le hace tilín y con la que empieza a salir, hasta obtiene la libertad condicional tras una temporada en prisión. Entre medias hay tiempo para el amor y el desamor, con boda incluida, alistamiento en el ejército y ser testigo de primera mano del horror del combate en Irak, adicción a las drogas, y desesperación que busca salida en los atracos de bancos para conseguir dinero que permita pagarse los necesarios chutes.

La narración, se sirve en capítulos con inicio virado al rojo, quizá el color cereza o “cherry” que sugiere el nombre del protagonista. Y se acude con frecuencia a la narración en off, y al diálogo del protagonista con el espectador mirando a cámara, incluso deteniendo la acción; pero son recursos caprichosos, que incluso en cierto momento desaparecen sin explicación alguna. Domina un tono cansino, que dificulta que el espectador pueda empatizar con Cherry, sufrir con él, ya sea por sus cuitas amorosas, o por las pérdidas en combate de camaradas que aprecia; y toda la peripecia con las drogas o en el banco se vive sin la necesaria emoción, el espectador se contagia de la apatía del protagonista, y si se trata de un efecto buscado, hay que decir que provocará la espantada del espectador más paciente, casi dos horas y media de metraje con a todas luces excesivas. Sorprende saber que se inspira en hechos reales, por la poca credibilidad que transmite.

Es una pena que las guionistas que han trabajado para los Russo, Angela Russo-Otstot y Jessica Goldberg, no den con una historia férrea que devenga en columna vertebral del film, capaz de atrapar al espectador, todo es etéreo e inconsistente, se pierde el interés enseguida. Si se ha querido decir que el sueño americano con frecuencia deviene en pesadilla, hay que decir que el objetivo de logra aburriendo a las ovejas, nada que ver con Bonnie & Clyde, por citar una de ladrones que han perdido el norte. Además la relación de la pareja protagonista es poco consistente, no comparten un proyecto de vida digno de ese nombre. De modo que la espera de dos años mientras está en Irak, por ejemplo, no conmueve, por mucho que se pretenda otra cosa.

En cambio, visualmente el film cuenta con un estupendo director de fotografía, Newton Thomas Sigel, que se supera a sí mismo al intentar salvar los muebles de la insulsa narración, hay un estupendo uso del espacio escénico, las lentes para lograr el preciso encuadre en los planos ayuda a que el buscado subjetivismo del protagonista que se procura entregar, no eluda por completo al espectador. Un poco soso se nos antoja el “superhéroe” Tom Holland, el Spider-Man juvenil que había trabajado antes con los Russo, aunque no de protagonista; y tiene algo que ama la cámara la desconocida Ciara Bravo, un descubrimiento, al menos hasta cierto punto.